Carlos Meléndez, director del Observatorio de Universidades, una matrícula en una universidad privada puede ir desde $400 hasta $1000 en las universidades del interior del país. Mientras que en la capital van desde $1000 hasta $2500.
Caracas. Sinaí Infante, de 24 años de edad, tiene cuatro trabajos para costear su carrera en la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB). Estudia décimo semestre de Comunicación Social. En sus cinco años de carrera ha tenido diferentes trabajos para poder pagar la totalidad de la matrícula.
Vive con su mamá y su hermana menor y además de pagarse sus estudios, ayuda en la casa y se hace cargo de sus gastos personales.
“Tengo cuatro empleos, todos son en redes sociales. Estoy en una agencia de publicidad, soy coordinadora de una marca a nivel privado y tengo dos clientes más que manejo por mi cuenta”, dijo.
La oportunidad cursar estudios superiores en Venezuela se ha visto desdibujada por el contexto económico que atraviesa el país. Los jóvenes en edad universitaria se enfrentan a diferentes retos que les impiden llevar a término sus estudios.
Carlos Meléndez, sociólogo y director del Observatorio de Universidades, explicó que hay estudiantes que solo se dedican a estudiar, pero ese grupo se hace cada vez más reducido. En mayor medida, los jóvenes estudian y trabajan.
“Más de 60% de los estudiantes universitarios en Venezuela estudian y trabajan, según nuestra última medición en el 2021”.
Sinaí tiene una beca estudiantil que cubre 60 %. Sin embargo, debe pagar 1300 dólares, aproximadamente, por semestre. “Gracias a mis trabajos puedo obtener el sustento para costear las cuotas del semestre que pagó en modalidad mensual”.
Los precios del rubro servicios de educación aumentaron 427 % entre agosto de 2021 y agosto 2022, según cifras del Banco Central de Venezuela. La inflación general fue de 114 %, este se posicionó como el segundo rubro con la inflación más alta en este período.
Para Sinaí es complicado estudiar y trabajar al mismo tiempo, pero ha encontrado la manera de distribuir su tiempo. En las mañanas va a la universidad hasta la 1:00 p. m. y al llegar a su casa se dedica a trabajar.
La joven no ve imposible quedarse en el país y estudiar una carrera universitaria. Sin embargo, cree que esto conlleva grandes sacrificios tanto monetarios y psicológicos.
Migración
Meléndez, dijo que 39 % de los estudiantes universitarios cursan carreras en el país para migrar. “Identificamos que los estudiantes de ciencias de la salud, una carrera que necesita el país, esperan terminar para irse”.
El informe de la organización Aula Abierta del 2021 evidenció la migración forzada de médicos residentes y de profesores universitarios, en al menos cuatro de las principales universidades autónomas de Venezuela.
- Universidad de los Andes (ULA): Entre el 2017 a 2020 ha existido una media recurrente de 50 % de egresados que migran posteriormente.
- Universidad Central de Venezuela (UCV): Para el año 2017 se reportaron cifras de hasta 1400 solicitudes de documentación requerida para el exterior.
- Universidad del Zulia (LUZ): En 2019 se registró una media de apenas cuatro estudiantes por especialidad. 100 % de los estudiantes de Otorrinolaringología, Cirugía Cardiovascular, Cirugía General y de la Unidad de Cuidados intensivos de adultos tenían intención de emigrar al terminar sus estudios.
Por su parte David Gómez Gamboa, profesor de la LUZ y director de Aula Abierta, hizo énfasis en que la deserción estudiantil se debe a la migración forzada, porque los jóvenes abandonan las universidades para irse del país y para resolver sus necesidades básicas.
En el informe de Aula Abierta del año 2021 se expone que la deserción en la UCV fue de 41,53 %; en la ULA de 57,96 % y en la LUZ alcanzó 60%.
Gómez expresó que resulta difícil dar datos en virtud de la opacidad que el gobierno fomenta al mutilar, restringir o simplemente ocultar información que debe ser pública. Los porcentajes expuestos en el informe se han obtenido a propósito de estudios de casos referenciales.
Límites económicos
El director del Observatorio de Universidades dijo que sí es posible acceder a una universidad privada, aunque este es un beneficio que solo tiene un grupo muy reducido de estudiantes.
Expresó que en el 2022 las inscripciones en las universidades privadas aumentaron exponencialmente, pero rápidamente se vio un fenómeno: los estudiantes se inscribieron y no continuaron sus estudios.
“En el interior del país se ha denunciado más de 20 % de deserción o de paralización de los estudios”.
Agregó que la desigualdad en el sector de la educación superior se ha ensanchado, porque una matrícula puede ir desde los 400 hasta los 1000 dólares en las universidades del interior del país.
Meléndez sostuvo que en la capital aumentó el costo de las matrículas exponencialmente, van desde los 1000 hasta los 2500 dólares.
Paola Ventura, de 18 años de edad, estudia en la Universidad Santa María (USM), en la facultad de Farmacia. Ella paga la totalidad de la matrícula, pues sus padres no cuentan con los recursos.
La joven comenzó con un emprendimiento que la ayudó a costear sus estudios superiores. De otra manera, confesó, sería imposible pagar los 580 dólares que cuesta el semestre.
A diferencia de Sinaí, ella no puede colaborar con los gastos de su hogar, de eso se encargan sus padres. Sin embargo, debe costear todo lo referente a su universidad, desde la matrícula hasta el transporte diario que representa casi la totalidad de sus ingresos.
Meléndez mencionó que él observa un fenómeno común: los estudiantes no pueden terminar la carrera en el tiempo establecido de las carreras, incluso en las universidades privadas, por las dificultades económicas que tienen tanto ellos como sus familias.
La inflación en Venezuela alcanzó un nuevo pico en septiembre de 2022. Si bien los precios en general no aumentaron de la misma forma que en agosto, la tasa acumulada en nueve meses llegó a 111,8 %, calculó el Observatorio Venezolano de Finanzas (OVF).
Andrés*, de 23 años de edad, tiene una beca que cubre 100 % del costo del semestre en la UCAB. Por esta razón se ha retrasado en sus estudios, pues debe incluir en su semestre solo las unidades de crédito que le cubre el beneficio estudiantil.
El universitario recibe la ayuda de la Alcaldía del Municipio Sucre, de un programa llamado Supérate y Progresa.
Andrés tiene dos trabajos, además de su carga académica. A pesar de tener una beca generosa, paga al menos 300 dólares de derecho de inscripción a principio del semestre. Posteriormente, cancela 300 dólares más de recargo, por materias que son más costosas.
En la UCAB la unidad de crédito (UC) actualmente cuesta $15. Las materias que son dictadas en laboratorios tienen un recargo monetario, que no está contemplado en las becas que ofrece la casa de estudios y las fundaciones asociadas.
Andrés aseguró que siempre estará muy agradecido con la universidad y con la alcaldía por mantener su beca de estudios y permitirle superarse profesionalmente.
Ahorros son prioridad
Sinaí ha tenido que dar prioridad a la universidad sobre otras actividades que disfruta, por falta de tiempo y de recursos económicos. Dejó a un lado viajes o salidas con sus amigos para poder ahorrar.
“Para pagar la universidad he tenido que sacrificar otros gastos que quisiera hacer, por ejemplo, me encantaría ahorrar para comprarme un carro y no puedo”, dijo.
Por su parte, Andrés solo se compra ropa cuando hay ofertas generosas. No podría pensar en comprarse un pantalón de 30 dólares, porque debe tener el dinero para pagar la universidad y el transporte diario.
“He dejado de viajar, de salir con amigos los fines de semana, de vivir experiencias en general porque tengo la necesidad de estar trabajando 24/7 y ahorrar el dinero al mismo tiempo”.
En el caso de Andrea*, estudiante de Comunicación Social en la UCAB, todos sus amigos con los que inició su carrera universitaria se fueron del país. No solo se trata de problemas económicos, también el contexto actual destruyó su vida social y limitó su esparcimiento. “Todos se fueron, me siento extremadamente sola”.
Crónica Uno
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