De acuerdo con la Organización de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), una buena parte de la población venezolana, vive en comunidades pobres altamente vulnerables a situaciones de emergencia, lo cual afecta a la educación de los niños.

Ante esta realidad, en marzo de ese 2019, la Unicef empezó a implementar el programa Todos y todas a las escuelas en planteles de Fe y Alegría de varios estados fronterizos.

Táchira y Alto ApureZulia y Bolívar, tienen en común tres cosas que los hace especialmente vulnerables a los ojos de la ONU con respecto al resto de la población venezolana. La presencia de grupos armados irregulares, la economía informal que va de la mano con los altos índices de pobreza y las poblaciones indígenas, que, como grupo minoritario, requieren de una atención especial.

Con la meta de garantizar la permanencia escolar en el país, Todos y todas a las escuelas es un programa que atiende a los objetivos de la educación en emergencia, los cuales son:

  • Facilitar los maestros la apertura lúdica del currículo en contextos de emergencias y desastres para ayudarles en el regreso a la rutina de muchachos
  • Capacitar a las comunidades educativas para la recuperación socio-emocional de los niños, colaborando con la apropiación de aprendizajes significativos de manera interdisciplinaria.
  • Orientar el aprendizaje mediante el desarrollo de diagnósticos compartidos, de acciones legitimadas y pertinentes a la realidad local afectada.

Todos y todas a las escuelas, pretende proveer elementos para poder hacer cumplir la agenda 2030 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, en especial el objetivo 4, “Educación para todos”. El sistema educativo en esta agenda se compromete a:

  • No dejar a nadie fuera: Asegurar el acceso a la educación en condiciones de igualdad de las personas vulnerables.
  • Que nadie quede atrás: Asegurar aprendizajes mínimos, es decir, habilidades en lectura y matemática y valores a todos.
  • Aprender siempre: Generar entornos letrados entre los diferentes espacios en todo momento, y
  • Educar para transformar.

En el 2015, Venezuela firmó el Programa de Cooperación entre el Ejecutivo nacional y Unicef 2015-2019, que planteaba que durante estos años, esta agencia de la ONU brindaría acompañamiento técnico al Ministerio de Educación para “incrementar la calidad y pertinencia de los contenidos pedagógicos en al menos 20% de escuelas y liceos, actualizar las prácticas docentes y materiales pedagógicos y mejorar las estadísticas” a partir de una recopilación minuciosa de información que permitiría una toma de decisiones informada en la formulación, implementación y seguimiento de las políticas.

Cómo los acompaña la Unicef

Según la investigadora de Fe y Alegría, la profesora Luisa Pernalete, una de las amenazas más grandes a la deserción escolar para este nuevo año académico es la imposibilidad de adquirir útiles escolares.

A los 58 planteles que forman parte del programa Todos y todas a las escuelas les corresponde que la Unicef envíe dos tipos de kit: uno de primera infancia con materiales escolares y juegos didácticos, y otro kit pedagógico que ayude a los maestros a implementar actividades para el trabajo emocional.

En el estado Bolívar también esperan que para este año escolar les llegue “una escuela en una caja”, un kit que ha llegado a formar parte de la respuesta estándar de Unicef para las emergencias humanitarias. Este equipo contiene materiales escolares como cuadernos, afiches y una esfera del globo terráqueo para un maestro y un salón de cuarenta alumnos.

Kit Una escuela en una caja

En vista de que a no todas las escuelas les llegan estos recursos por igual, según la coordinadora del programa en Bolívar, Yaritza Manríquez, en esa región del oriente del país cuentan con el éxito de la campaña “un cuaderno para fe y alegría”, que recolecta cuadernos donados para el inicio del año escolar. También están haciendo cuadernos ecológicos, al reciclar las hojas libres de cuadernos viejos.

“La conciencia ahorita es garantizar la máxima cantidad de condiciones para que el niño venga a la escuela,” dijo Manríquez.

Además de los kits, la Unicef aporta un instructivo y conforma un equipo con orientadores que ayudan a capacitar a los profesores de las escuelas y a dirigir talleres para profesores, alumnos y comunidad. A partir de esos talleres, en las escuelas entrevistadas se ha desarrollado, por ejemplo, estudios de potabilización de aguas, medicinas alternativas, gestión de riesgos, etc.

Afrontar la desnutrición

El instructivo que les obliga a hacer seguimiento minucioso de las inasistencias y retiradas de los estudiantes, les ha permitido diagnosticar a las escuelas las razones por las cuales los alumnos faltan.

La principal de ellas es la alimentación, ya que al no tener comidas en sus casas ni en las escuelas, los muchachos tienden a trabajar en sectores ilegales para cubrir la necesidad primaria.

Aunque en todas las escuelas se ha hecho un esfuerzo desde Fe y Alegría por gestionar un comedor, solo 18 de 56 cuentan con un programa continuo que provee el sustento nutricional de todos los alumnos, que es financiado por el Consejo Noruego de Refugiados.

En una menor cantidad, algunos planteles cuentan con el sistema nacional de alimentación, del Estado, pero este “no es constante ni alimenta bien a los alumnos”, de acuerdo con Atilio Rodríguez, coordinador de Todos y todas a las escuelas en Zulia.

César Planchar, director de la Escuela Villa del Sur de Fe y Alegría en Bolívar, ilustra la experiencia:

“El Programa de Alimentación Escolar llega cada quince días y trae comida para tres días. Es insuficiente. A veces llevó de comer el espagueti y la leche sola, nunca nos dieron carne ni pollo”. En esta escuela el director reportó que casi hubo noventa niños desnutridos el finalizado año escolar, 35 en condiciones alarmantes y 52 de manera moderada.

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Las escuelas que no tienen el programa noruego ni el PAE deben conseguir mediante iniciativas privadas cómo sustentar un comedor en su colegio.

El 29 de mayo, Laidy Gómez, gobernadora de Táchira, firmó un convenio con la Unicef para dar complementos nutricionales a los niños, “con lo cual se reduce la angustia de muchas familias en el estado que no cuentan con las capacidades económicas para enfrentar los índices de desnutrición” dijo la gobernadora. Indicando que se habían detectado en su estado al menos cuatro mil niños desnutridos desde los seis meses hasta los doce años.

En cuanto a los servicios de luz, agua, gas y transporte, todos los colegios se vieron afectados por el mal funcionamiento de al menos tres de estos, para no cancelar clases los directivos debían comprar cisternas de agua y bombonas de gas, adaptarse a dar clases a oscuras y sin servicio de telefonía o de internet y buscar efectivo para ayudar a sus docentes a tomar el transporte público.

De ellos el transporte es el factor que más incide en la inasistencia, ya que el costo del pasaje no es accesible para muchos, incluyendo a los profesores, cuyo salario varía entre 45 mil y 100 mil bolívares al mes, cuando el pasaje le podría costar mensualmente entre 64 mil y 120 mil bolívares dependiendo de la región.

Otro convenio que la Unicef había firmado en marzo era el del apoyo a la reparación y mejoras de los sistemas de saneamiento priorizados beneficiarán a 3 millones 480 mil personas. Por ahora, muchos directores reportaron que los problemas con el agua son diversos, desde la escasez de agua potable y no potable, hasta las enfermedades encausadas por la contaminación del agua de las tuberías.

Situación emocional de los niños

En 8 de 9 escuelas entrevistadas, donde se aplica el programa de la Unicef, los directores aseguraron que el estrés estaba muy presente en los estudiantes, “y sobre todo la tristeza”, reveló una de las directoras.

Además del problema de funcionamiento de servicios y la crisis alimentaria, muchos niños viven afectados por la criminalidad, ya que estos planteles de Fe y Alegría seleccionados por la Unicef, en su mayoría quedan a los límites de barriadas populares, aun cuando “los malandros le tienen mucho respeto a la escuela”, según César Planchar.

El director cuenta la experiencia de que en Villa del Sur “mataron a un malandro cerca de la escuela, como a tres cuadras, gracias a Dios no teníamos niños ese día. Pero como cuatro semanas después, mataron a otro arriba en el barrio y ahí sí estábamos con niños, y fue muy difícil porque los representantes no los querían mandar a la escuela”.

Otro de los riesgos a la emocionalidad de los niños, es el abandono de sus padres que migran a otros países. Luisa Pernalete calcula que se trata de aproximadamente 10.000 niños “dejados atrás”, en las escuelas de Fe y Alegría.

Estos, además de estar desmotivados para asistir a las clases, están más expuestos a negligencia, abusos sexuales e incluso prostitución infantil, dice María Elena González, directora de la U.E. Fe y Alegría San Juan Bosco.

Todo lo anterior constituye un reto para la educación venezolana, no de forma exclusiva, pero con más ahínco, en la frontera venezolana.

 

Efecto Cocuyo

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