Fuente: El Mostrador – No basta con simplemente no maltratar a los niños, niñas y adolescentes. Tenemos que avanzar activamente hacia el paradigma del buen trato. Este se define en la ley como una forma de relacionarse con los niños y niñas, basada en el respeto, la protección, la igualdad, la no discriminación, la participación y la promoción de su bienestar y desarrollo. El Estado tiene la obligación de promover el buen trato en todas las acciones y políticas relacionadas con los niños y las niñas.
Cada 25 de abril se conmemora, de manera internacional, el Día contra el Maltrato Infantil. El objetivo es crear conciencia sobre la importancia de proteger los derechos de niños y niñas, garantizando que no vivan experiencias de violencia y maltrato, y promover el respeto y la dignidad en todo momento.
A pesar de que hay una convención social que nos dicta permanentemente que no está bien maltratar a los niños, es importante recordar que no solo la violencia física constituye maltrato. En Chile, según la Encuesta Longitudinal de Primera Infancia (ELPI), el 62,5% de los cuidadores ejerce la disciplina a través de la violencia, pero solo un 32,5% ejerce castigos físicos. Así lo recoge UNICEF en su informe 2022.
En el imaginario colectivo, entonces, no está considerado que el abuso emocional, la negligencia y la explotación de niños, niñas y adolescentes también constituye maltrato infantil. En ese sentido y, a pesar de esa condena transversal a este tipo de agravios, recién hace poco más de un año tenemos una Ley de Garantías de la Niñez que genera un sistema de protección y de promoción de derechos de los niños, niñas y adolescentes.
Garantizar derechos es cuidar a las personas en los primeros años de vida, que son tremendamente significantes para el desarrollo íntegro; al garantizar una niñez plena, sin vulneraciones y, mejor aún, donde se promueva el protagonismo de la infancia, nos cuidamos como sociedad al generar un mejor presente, como con miras hacia el futuro. Ahora bien, hacernos parte de la garantía de derechos implica que todos conozcamos y tomemos medidas efectivas para proteger los derechos de niños y niñas que pueden estar en peligro. En ese sentido nuestro rol como Estado es fundamental desde un enfoque integral.
Implementar un sistema de garantías sin duda no es una tarea fácil; hay medidas de carácter más inmediato, como avanzar en seguridad humana –no solo ciudadana o económica–. Así hemos hecho, por ejemplo, al cambiar la forma de asignación del Subsidio Único Familiar, incluyendo a más de 900 mil niños y niñas que no estaban postulados, cambiando el mecanismo de acceso.
Del mismo modo, hay medidas que toman un poco más de tiempo; la Ley de Garantías que se aprobó en marzo del 2022 establece la creación de las Oficinas Locales de Niñez (OLN) como nodo fundamental del sistema. Su objetivo es coordinar y articular las políticas, programas y acciones dirigidas a la promoción y protección de los derechos de los niños, niñas y adolescentes en su territorio. Actualmente, hemos constituido OLN en 9 comunas de la Región de Valparaíso.
Las OLN pueden colaborar en la identificación y atención de casos de maltrato infantil, a través de la estrecha colaboración con otros organismos públicos y privados –principalmente con el Servicio de Protección Especializada, también conocido como Mejor Niñez–, para garantizar la protección de niñeces víctimas de maltrato. No obstante, una política pública que busque la garantía de derechos no debe limitarse solo a restituir derechos y evitar vulneraciones.
En este sentido, las OLN deben desempeñar un papel fundamental en la promoción de una cultura del buen trato en la comunidad. Esto implica avanzar en sensibilización y fortalecimiento del rol de co-garantes de derechos que tenemos las personas adultas y las instituciones públicas y privadas, incluidas las empresas y medios de comunicación. Esto implica avanzar hacia una participación activa de la comunidad en la protección de los derechos de la infancia.
Expresado de otra manera, no basta con simplemente no maltratar a los niños, niñas y adolescentes. Tenemos que avanzar activamente hacia el paradigma del buen trato. Este se define en la ley como una forma de relacionarse con los niños y niñas, basada en el respeto, la protección, la igualdad, la no discriminación, la participación y la promoción de su bienestar y desarrollo. El Estado tiene la obligación de promover el buen trato en todas las acciones y políticas relacionadas con los niños y las niñas.
Este concepto, por particular que suene, tiene bajadas muy concretas; se trata, por ejemplo, de fomentar el respeto hacia los niños y niñas y la promoción de prácticas de cuidado, y fortalecer el rol de garante de derechos de las familias en el sentido más amplio, considerando los apoyos y recursos que requieran para ello.
Por supuesto, también tenemos el deber de proporcionar un ambiente seguro y protector. Sin embargo, la novedad es impulsarlo al mismo tiempo que fomentamos la comunicación y la participación de los niños y niñas en la toma de decisiones que les afectan. Esto implica escuchar sus opiniones, respetar sus derechos y brindarles la oportunidad de participar en actividades y decisiones que les interesen. Desde mi experiencia profesional y académica, esto debe hacerse fomentando la intergeneracionalidad, con conciencia de la interdependencia que tenemos entre las personas de diversas edades.
El filósofo y educador Walter Kohan plantea que la sociedad sostiene formas ya inhabitables de la niñez. Esto critica la idea de la niñez como una etapa de la vida que debe ser solo protegida y resguardada de los peligros del mundo exterior. En lugar de esto, propone una visión de la niñez como un espacio de experimentación y creatividad en el que los niños y las niñas puedan desarrollar su autonomía de forma progresiva y su capacidad crítica, sobre la base de la escucha, el diálogo y la creatividad.
El fomentar estos elementos no solo insta a niñeces y adolescentes a opinar; los vuelve conscientes de sí mismos, del lugar que ocupan en el mundo y los derechos que les son inalienables. La participación es, de esta forma, una garantía de derechos que no puede ser sustituida de ninguna forma. La creación de todo este sistema que propone la Ley de Garantías, con su OLN, con la participación intersectorial de los diferentes actores del Estado, el rol de los adultos como co-garantes, pero sobre todo con el énfasis en el protagonismo de niños, niñas y adolescentes, será la piedra angular para una sociedad más humana en lo pronto, así como en el futuro.
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