El proyecto Catalinas Ilustradas beneficia la educación de más de 300 niñas y niños, en nueve comunidades de la parroquia. Es una iniciativa de Zona de Descargas junto con 15 maestras  de la comunidad

Crónica Uno

(13-05-2024) La sala de la casa de Marlene Machado, en el barrio La Agricultura de Petare, no es común aunque tiene cuadros y adornos guindados en las paredes y un gran espejo, que son parte de la decoración. En el espacio no hay muebles ni una mesa de centro, al contrario tiene mesas plegables que sirven de pupitres para niños y niñas que reciben clases en su hogar.

Marlene es una maestra jubilada de 68 años de edad. En La Agricultura es conocida como “la profe” o “mamá tita”, apodos que le dieron sus alumnos desde hace 44 años cuando comenzó con las clases en su casa.

De lunes a viernes, de 2:00 a 5:00 p. m. Marlene tiene la sala llena de alumnos, quienes llegan con cuadernos, lápices y colores a ver clases. Entre los adornos de las paredes también hay láminas de papel bond y una pequeña pizarra en la que Marlene explica todo tipo de contenido, ya sea sobre Lenguaje o Matemáticas.

Los alumnos de Marlene le dicen cariñosamente “la profe” o “mamá tita”.| Foto: Tairy Gamboa

“Mamá tita” recibe a 35 niños y niñas en su sala. Espacio que a veces se queda corto y debe sentar a los alumnos en las escaleras. El comienzo del salón de Marlene fue durante los primeros años de su matrimonio, en esa época ella solía llegar por las tardes de su empleo y se sentaba en la mesa del comedor a acompañar a sus dos hijos a hacer las tareas.

Yo quité todos mis muebles, ahora están en el segundo piso, pero no me hacen falta, dice.

35 niños reciben clases en casa de Marlene, en La Agricultura.| Foto: Tairy Gamboa

Cómo empezó

La casa de Marlene está frente a unas escaleras. Cuando los vecinos pasaban la veían parada frente a una pequeña pizarra mientras explicaba las asignaturas a sus hijos. Hubo a quien le llamó la atención y se acercó a preguntar si daba clases. Y así, poco a poco, empezaron a llegar alumnos de la zona.

Otros estudiantes llegaron a la sala de Marlene porque los vio en la calle sin hacer nada. Se los lleva a regañadientes y les pide que vean al menos una clase. Después no quieren dejar de venir. Prefiero que estén aquí y no en la calle.

Con la venta de las catalinas compran artículos escolares para los niños y niñas de La Agricultura. Foto: Tairy Gamboa

Esas mismas clases, que también son de tareas dirigidas, dependen de cuántas catalinas venda Marlene al mes. Las catalinas son una especie de galleta tradicional venezolana, elaborada con papelón, mantequilla, especias y otros ingredientes.

Y aunque la maestra tita da clases desde hace 40 años en La Agricultura, hace cinco años su salón forma parte del proyecto Descargando el Futuro, de la organización Zona de Descarga (ZD).

Una de las iniciativas dentro del proyecto es vender catalinas para recaudar fondos y sustentar las clases que imparten 15 maestras, en nueve sectores de Petare, a más de 300 niños y niñas.

Jimmy y Jaimre Pérez, fundadores de Zona de Descarga, idearon la venta de las catalinas para autosustentar el proyecto que beneficia a los niños y niñas. Foto: Tairy Gamboa

Las Catalinas Ilustradas

En 2020 Jimmy y Jaime Pérez, los hermanos fundadores de ZD, conocieron a Marlene y le hicieron la propuesta. Ella aceptó y desde ese momento está involucrada en la venta de las Catalinas Ilustradas, como llamaron al proyecto.

“¿Y si vendemos catalinas?”, se preguntaron Jimmy y Jaime. Ambos querían ofrecer algún producto y con ese dinero autosustentar el proyecto que se enfoca en la educación de niños y niñas de Petare.

Los hermanos sabían de un amigo que produce este dulce en el estado Portuguesa. Y ahora es el proveedor que manda las catalinas una vez al mes a Caracas para la venta.

Los paquetes de catalinas cuestan entre $1,50 y $2. Lo que recolectan es para pagar una parte al proveedor y la otra la usan para comprar materiales escolares para las clases que ven todas las tardes de lunes a jueves.

Las familias de La Agricultura que pueden colaboran con $1 para las tareas dirigidas.| Foto: Tairy Gamboa

Quiénes compran las catalinas

Los que más compran son personas que viven fuera de Petare. A raíz de la pandemia (COVID-19) hubo esa idea brillante de vender las catalinas, porque la mayoría de estos niños son de escasos recursos, sus familias no tienen cómo comprar lápices y cuadernos, explica Marlene.

De los 35 niños y niñas que ven clases en La Agricultura solo 12 pueden colaborar con el aporte de $1 “o con lo que puedan”, es lo que pide Marlene mensualmente a las familias de sus alumnos.

Este pago no es obligatorio, quien no pueda pagar puede seguir asistiendo a las clases. Comprar unas catalinas no siempre es una opción para estas familias.

Los representantes me ayudan a venderlas, más que comprarlas, porque saben que igual es para los niños.

Ante la falta de clientes en el barrio, el método de venta que aplica Marlene son las cadenas de Whatsapp. Con un mensaje de varios párrafos, Marlene les explica a los potenciales compradores el costo de las catalinas y para qué es usado ese dinero. Además les ofrece llevar las catalinas a donde sea necesario, con tal de que compren y colaboren.

Marlene se ayuda con cadenas de whatsapp, para vender las catalinas. Foto: Tairy Gamboa

Los alumnos

Los alumnos de Marlene son niños y niñas de diversas edades. Mientras están en las mesas plegables, escribiendo o dibujando en sus cuadernos, se les nota la diferencia de estaturas. Así que sus contenidos son diferentes. Por estos días ven divisiones, propiedad asociativa y conmutativa y también las fases de la luna.

Verificado por MonsterInsights