En el centro Colibrí, a pocos pasos de la entrada del barrio Antonio José de Sucre de Petare, se mantiene en pie una de las 24 aulas comunitarias que llegó a tener la Fundación Luz y Vidapara niños, niñas y adolescentes excluidos del sistema educativo. Una reciente alianza con la Agencia de la ONU para los Refugiados (Acnur) les ha permitido fortalecerse y seguir trabajando en defensa de los derechos de la infancia.

En el segundo piso de la infraestructura, la tarde de este jueves 9 de mayo, los alumnos de Blanca Pérez elaboraban portaretratos para el Día de las Madres con cartón de las cajas Clap, papel lustrillo, caraotas negras y blancas. Algunos trabajaban desde sus pupitres y otros apoyados en el escritorio de la maestra, que lleva 11 años trabajando en ese lugar.

Es la segunda vez que Pérez es responsable de un espacio de educación alternativa. Su grupo incluye 24 estudiantes que tienen entre seis y 14 años de edad. “Unos tenían tres o cuatro años sin estudiar, para otros es la primera vez que están en un salón de clase”, explica. La meta es nivelarlos y prepararlos para una futura reinserción escolar.

Espacio no tradicional

Estos niños, niñas y adolescentes reciben, sin embargo, una atención más allá de la formación académica. La fundación Luz y Vida pone a su disposición servicios de fortalecimiento familiar, atención psicológica y la orientación para que cualquier elemento de vulneración de derechos sea solventada.

Estos programas también se aplican a los alumnos de otras tres aulas convencionales que funcionan en el edificio. Cuando la escuela municipal Francisco Espejo, ubicada en el barrio Bolívar, tuvo problemas de infraestructura tres salones -de segundo, quinto y sexto grado- se mudaron a Colibrí.

El jueves 9 de mayo dos alumnos habían faltado de acuerdo a lo que reportó su maestra, quien se comunicó directamente con sus hogares para saber el motivo de su inasistencia: “Su abuela dice que no tienen comida en la casa y que no lo va a mandar así”, contó sobre la justificación que dio la familia de uno de ellos.

Marisela Expósito, integrante de Luz y Vida y coordinadora del proyecto con Acnur, señaló que a través de este organismo y de la Unicef (El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia), se ha dado apoyo a la alimentación de los estudiantes con una merienda. Recalcó que, además, priorizan la formación en valores y habilidades sociales.

Agregó que en el primer piso del edificio también está operativo un servicio de apoyo a madres trabajadoras y jóvenes estudiantes que actualmente ofrece cuidado a alrededor de 40 infantes entre dos y cuatro años de edad, entre 7:00 am y 12:00 del mediodía.

Además, Colibrí ofrece formación en materia de derechos humanos para padres y ciudadanos con el apoyo de los consejos comunales y líderes comunitarios. También trabajan con estudiantes de trabajo social de la Universidad Central de Venezuela (UCV).

Muchos niños, pocas aulas

Helen Ruiz, directora de la Fundación Luz y Vida, rememora los orígenes de la organización cuando el sacerdote Matías Camuña se alió con vecinos de la zona norte de Petare para organizarse en beneficio de esas comunidades. Al cura le preocupaba especialmente cómo el ocio de los niños que estaban fuera de la escuela usualmente los guiaba a un camino de delincuencia.

La psicólogo clínico advierte que, tiempo después, se realizó un censo en el sector que permitió comprobar que no habían suficientes cupos para la demanda de niños, niñas y adolescentes en edad escolar. Así nacieron las aulas comunitarias en distintos espacios, incluidas casas de familia.

Poco a poco se profesionalizó la atención gracias a un programa dirigido por la profesora Gloria Perdomo que logró que distintos miembros de la comunidad se formaran como docentes en la Universidad Católica Andrés Bello (Ucab).

“No somos una unidad educativa, somos un espacio alternativo comunitario que damos protección, adscrito al Consejo Municipal de Niños, Niñas y Adolescentes”, dijo. Agregó que priorizan que los niños no escolarizados puedan ingresar al centro en cualquier momento del año y sin trabas por la falta de uniforme o útiles escolares.

Fotos: Mairet Chourio – @MairetChourio

Fuente: Efecto Cocuyo

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