Por Fernando Pereira | @cecodap | @fernanpereirav
«Las empresas de tecnología deben respetar los derechos de los niños e impedir toda vulneración de sus derechos en relación con el entorno digital »establece el Comité de los Derechos del Niño en su Observación General 25 publicada este año.
El documento analiza el desafío que representa adecuar los derechos de la niñez contemplados en la Convención sobre los Derechos del Niño. Este tratado de derechos humanos se aprobó en un mundo donde no estaba presente el entorno digital que envuelve al siglo XXI.
La pertinencia de su contenido cobra vigencia al conocer en días pasados una publicación del diario Wall Street Journal , que reveló los resultados de una investigación interna de Facebook donde se mostraba el impacto negativo de Instagram en adolescentes y como afectaba su salud mental. La fiabilidad de la información se vio reforzada días después al conocer que la filtración fue realizada por una extrabajadora de la plataforma que ejercía un cargo gerencial.
El documento concluye, tras un estudio de tres años, que la ansiedad y la depresión se constituyen en la evidencia más clara de un efecto tóxico. Instagram afecta la autoestima y la imagen corporal en 1 de cada 3 adolescentes afectando la salud mental y generando desórdenes alimentarios, entre otros.
Especial preocupación genera el hecho de que estos resultados se comenzaron a conocer desde 2019 sin que Facebook hubiera tomado ningún tipo de medida de protección o haya alertado a los usuarios al respecto. Lo cual ratifica la relevancia de la Observación General del Comité de los Derechos del Niñoque propone se tomen medidas de prevención y educación dirigidas tanto a los propios niños y adolescentes como a sus familias y educadores, así como la sensibilización del conjunto de la sociedad; así como mecanismos legislativos y políticas que promuevan la protección de la infancia en el entorno digital, teniendo en cuenta las oportunidades, riesgos y retos a los que nos enfrentamos como sociedad para garantizar el ejercicio de los derechos de niños y adolescentes en las redes. Concluye que se debe asegurar que existan mecanismos de regulación y control frente a la vulneración de los derechos de niños y adolescentes en el ámbito online.
Es un tema delicado, con muchas aristas y con grandes dificultades para establecer mecanismos prácticos ante el alcance global de estas empresas tecnológicas y el gigantesco poder y recursos que manejan. En algunos países se están discutiendo marcos normativos para afrontar los problemas de la exposición a contenidos inadecuados para niños y adolescentes, violencia, explotación sexual, publicidad engañosa.
No dejarlos solos
El propio Comité de los Derechos del Niño hace énfasis en que el acceso a internet es un derecho fundamental para la niñez en el mundo actual y advierte sobre los efectos negativos de la brecha digital que afecta el desarrollo y educación de millones de niños con dificultades en el acceso a la tecnología. Desconectar a nuestros muchachos no puede ser la alternativa. Hay que avanzar en la promoción de destrezas digitales para promover el uso responsable de las redes sociales.
Las familias tienen que acompañar a sus hijos para conocer su ejercicio digital, qué redes, aplicaciones, juegos utilizan, en qué grupos participan. Hay que mentalizarse para entender que se debe acompañar y supervisar su socialización digital, así como estamos pendientes de con quién se reúnen y qué lugares frecuentan en el mundo real. Hacerlo de una forma cercana y respetuosa, más no inquisitiva y persecutoria puede ayudar a que tengan la confianza de acudir a nosotros cuando se sientan incómodos o amenazados en la red.
Los centros educativos deben asumir un papel más activo y programático en la facilitación del fortalecimiento de habilidades en la ciudadanía digital, derechos y deberes en el uso de las redes, desarrollo de un pensamiento crítico para análisis y contrastación de la información publicada, distinguir información de publicidad de productos, marcas y servicios. Hay que enfatizar en el cómo utilizar las ventajas de los múltiples recursos en línea y no ser utilizados online o estar dispuestos a “vender el alma al diablo” para influenciar a otros.
Efecto Cocuyo
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