Madres coraje hay en toda Venezuela, pero en el servicio de Hematología del hospital pediátrico José Manuel de los Ríos hay 29.
Son madres que vienen de distintas partes del país, luchan por la vida de sus hijos y el pasado 9 de abril tuvieron la valentía de denunciar ante las cámaras de los medios de comunicación que sus niños necesitan un trasplante de médula para poder seguir viviendo.
La administración de Nicolás Maduro culpa al bloqueo económico por la falta de medicamentos, la ausencia de recursos en el sistema de salud y la paralización del convenio entre Venezuela e Italia, que anteriormente permitía a los niños viajar a Europa a hacer el procedimiento.
Las madres tienen los puños lastimados por tocar tantas puertas: las del Ministerio de Salud, las de Petróleos de Venezuela, las del Banco Central, las de Miraflores, las de la dirección del J.M. de los Ríos y las de decenas de fundaciones. La respuesta es la misma en todos los casos: no tenemos recursos.
A finales de 2018 se paralizó el convenio con el Gobierno italiano, pero las deficiencias en el servicio de Hematología datan de mucho antes. Desde 2015 el deterioro se ha agudizado, hasta el punto de no haber sangre para transfundir y de existir fallas prolongadas en quimioterapias y antibióticos.
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Estas madres saben que tienen el tiempo en contra, pues en los últimos seis meses han fallecido ocho niños que esperaban un trasplante medular. Giovanni Figuera fue el último en morir.
La madrugada del martes, 7 de mayo, Xiorelys dio a luz a su segundo hijo en la maternidad Santa Ana. Horas después, a unas pocas cuadras, agonizaba Giovanni, su primogénito, junto a su padre en la emergencia del principal hospital pediátrico del país.
El niño de siete años escogió el nombre que llevaría su hermano menor. En sus últimas horas de vida, tocaba la barriga de su madre y le decía que quería vivir para conocer a su hermanito.
Sin Giovanni, ahora son 29 niños los que requieren de un trasplante medular, 22 de ellos con urgencia. Mientras tanto, las condiciones de otros pacientes del servicio amenazan con empeorar.
Aunque el Estado les dio la espalda, estas 29 madres del servicio de Hematología del J.M. de los Ríos no se rinden.
Angie Terán, Denis Gómez, Wendy González, Mariela Mijares y Ani Camacho son madres coraje y estas son sus historias.
Néstor ya tiene un año esperando trasplante de médula
Angie Terán, madre de Néstor. Su hijo recibe tratamiento en el J.M. de los Ríos desde los 12, cuando lo diagnosticaron. Actualmente está hospitalizado en el Domingo Luciani, donde le administran transfusiones de sangre para que sus plaquetas suban.
¿Cómo les decimos a los niños y a la leucemia que el Estado no tiene dinero?
Mariela Mijares es madre de Elvis, de 13 años. Al adolescente le diagnosticaron leucemia linfoblástica aguda cuando tenía dos años y medio. Superó la enfermedad y, una década después, recayó. Ahora necesita un trasplante de médula ósea con urgencia.
Mi hijo de cuatro años me dijo “mamá, me siento morir”
Ani Camacho es madre de Zabdiel, de 4 años. El pequeño tiene un donante de médula ósea y todos los trámites listos para viajar. Por el bien de su hijo, Ani espera retomar pronto el viaje que se suspendió a finales de 2018 debido a las deudas de Venezuela con el gobierno italiano.
Yo no le digo a mi hijo que los otros niños murieron, sino que ya se curaron
Wendy González es madre de Yeiderberth, de 8 años. Su hijo pasó más de un año en remisión esperando un trasplante de médula ósea que nunca llegó. Ahora su salud está más comprometida que nunca tras el diagnóstico de una segunda recaída.
Juan me dice que él se quiere ir del país para curarse
Denis Gómez es madre de Juan, de 10 años. Tras pasar por una recaída, el organismo de su hijo está libre de células cancerígenas; pero necesita un trasplante de médula ósea porque existe la posibilidad de que la enfermedad reaparezca.
Fuente: Efecto Cocuyo
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