Por Óscar Misle, Educador

En Navidad las casas, calles, centros comerciales solían llenarse de colores y
luces para crear un ambiente diferente, que evocara paz, alegría, esperanza. La
situación actual del país hizo que los ambientes se muestren austeros, con menos
luces y accesorios navideños.

Montar el arbolito y hacer el nacimiento siguen siendo rituales que convocan a la
familia. Convertir este momento del año en un espacio para compartir le da un
sentido especial a estas fechas. Por ejemplo, utilizar los símbolos para descubrir
su significado puede ser un bonito tema de conversación con nuestros hijos; por
ejemplo hacer referencia a la estrella de Belén que sirvió de guía a los pastores y
Reyes Magos para la visita al Niño Jesús quien sería portador de la buena nueva
para los hombres y mujeres de buena voluntad.

Otro ejemplo es el arbolito decorado con globos de colores que evocan frutos, aún
en los lugares de fríos inviernos como preludio a la primavera. Sus ramas son
arropadas con instalaciones de bombillitos conectados entre sí con lucecitas de
colores que hacen menos oscuras las noches decembrinas.

En las redes sociales se cuelgan fotos de familias haciendo hallacas, cada quien
asumiendo, de acuerdo a su edad y destrezas, una tarea específica, unos cortan
y lavan las hojas, otros preparan el guiso, están los que extienden la masa, los
que le colocan los adornos (tiras de pimentón, aros de cebolla, aceitunas,
alcaparras, pasas, dependiendo del bolsillo, gustos y procedencia de la familia)

Ese compartir se mantiene como tradición aunque las hallacas se hagan en menor
cantidad, sean más pequeñas y delgadas. Conversar con los niños que la vida es
como una hallaca, su sabor depende de los condimentos y accesorios que se
usen; pero lo más importante es el amor con que se cocina.

Las navidades caen en diciembre, momento que se presta para inventariar lo
bueno y lo malo que nos pasó durante el año.

Puede ser que nos tocó perder o despedir a un ser querido, nos sorprendió el diagnóstico de una enfermedad, hubo un divorcio o separación. Con esos sentimientos nos toca vivir este momento en el que pareciera que solo con la alegría es posible celebrar la navidad. Nos toca preguntarnos: ¿Qué tipo de alegría? Quizás es esa que se siente cuando honramos y agradecemos a quienes ya no están físicamente. Es esa conexión la que hace que no nos sintamos solos en las adversidades. Ese descubrir nuestras fortalezas. El encontrar las luces
internas cuando las externas parecen invisibles.

Preguntas oportunas en estas fechas son: ¿qué podemos hacer para mantener la
esperanza?; ¿Qué podemos agradecer? ¿cómo hacemos para ser menos
soberbios?

Se trata de darle contenido trascendente al amor, la paz y la justicia para que la
Buena Nueva llegue a nuestras vidas y la podamos celebrar todos los días del
año, decimos celebrar y no festejar, porque es hacer la fiesta en el corazón.
¡Feliz Navidad!

Hasta la próxima resonancia

Caraota Digital 

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