Familias venezolanas cruzan la frontera para escolarizar a sus hijos en Colombia y huir del colapso educativo en el estado Táchira. Más de 3000 estudiantes venezolanos ya están matriculados en Cúcuta, según la Coalición Sindical de Táchira.

Fuente original: Crónica Uno. – San Cristóbal. En el estado Táchira, cruzar la frontera ya no es solo un asunto de comercio o salud. Ahora también lo es de educación. Inscribir a los hijos en escuelas del vecino departamento colombiano de Norte de Santander dejó de ser una alternativa aislada y se convirtió en la opción más viable para muchas familias que priorizan la calidad educativa de sus hijos.

La razón no es otra que la precariedad de la educación en Venezuela: aulas deterioradas, jornadas limitadas y una formación que, según padres y representantes, no garantiza aprendizajes mínimos.

Nataly Roa, madre de tres niños, vive en el barrio Isaías Medina Angarita de San Antonio, municipio Bolívar. Por años vio cómo sus hijos apenas progresaban en lectura y escritura, y decidió sacarlos de la escuela local. Las clases se reducían a tres veces por semana, con pocas horas efectivas.

frontera
Foto: Ana Barrera.

No fue una decisión sencilla. El cambio implicó ajustar horarios y asumir nuevos riesgos. Cada mañana, los niños cruzan el puente internacional Simón Bolívar para tomar un autobús que los recoge a las 6:00 a. m. y los lleva a la escuela en Colombia. Al mediodía regresan. Aun así, Nataly no se arrepiente.

“Los retiré y no me arrepiento. La educación venezolana se quedó atrás y no voy arriesgar que mis hijos no aprendan nada en las escuelas de aquí”,dijo la madre a Crónica Uno.

Apuesta binacional

Las causas abarcan desde la falta de docentes hasta el deterioro de la infraestructura y la reducción del horario escolar a solo dos o tres días por semana.

Ella no fue la única. La emergencia educativa en la frontera colombo-venezolana se profundizó hace más de 10 años. En 2024, según denunció a Crónica Uno la coordinadora del Observatorio de Educación en Táchira, Zuly Mora, casi 50 % de los estudiantes en la región abandonaron las aulas en el primer trimestre del año.

Además, desde ese año los representantes ya señalaban que el proceso de inscripción en Colombia también resulta más accesible. Los padres solo necesitaron presentar el acta de nacimiento de los niños y niñas, y llenar un formulario básico. Incluso sin cédula venezolana ni permiso de permanencia aceptan a los estudiantes, en parte gracias a convenios que promueven la integración escolar en zona de frontera.

Regreso a clases
Foto referencial: Luis Morillo

El sistema colombiano ofrece un transporte escolar gratuito para los estudiantes que viven del lado venezolano. Según el director de Educación de Cúcuta, Cesar Ricardo Rojasmás de 2200 niños venezolanos asisten a clases en al menos 11 instituciones de esa localidad colombiana.

Entre estos nombró planteles como el Misael Pastrana; Carlos Pérez Escalante; Club de Leones; Mercedes Ábrego; INEM; María Concepción Loperena; Simón Bolívar; Normal Superior; Nacional de Comercio; San Francisco de Sales y Sagrado Corazón.

En total, se trasladan en 18 unidades de transporte escolar, como parte de un esfuerzo que el gobierno local ha implementado como una apuesta por la educación binacional.

Más de 3000 niños venezolanos estudian en 11 colegios de Norte de Santander. Foto: referencial.

Educación privada: un lujo

Para muchas familias, los colegios privados no son una opción. Los costos, que superan los $80 mensuales, hacen inviable esa alternativa.

Emily Báez, madre de un niño de cuatro años, tomó una decisión similar a la de Nataly. También inscribió a su hijo en un plantel de Cúcuta. Vive en Ureña y trabaja en la economía informal, lo que no le permite costear una mensualidad privada, pero tampoco quiere asumir riesgos con el sistema educativo público venezolano.

“Yo vivo en Ureña, por lo que es más fácil para mí llevar el niño hasta el puente donde agarra el bus y lo lleva al colegio. Luego lo recojo a mediodía”,relató.

El transporte, nuevamente, corre por cuenta del programa escolar colombiano. Para ella, eso alivia los gastos. “Prefiero hacerlo de esta manera, así mi hijo no aprenda los símbolos o himnos de Venezuela y Táchira si no de Colombia”, reconoció.

Foto referencial: Luis Morillo

Crónica Uno registra desde 2024 que en municipios como Bolívar y Ureña muchos planteles operan en condiciones mínimas o cerraron. Incluso donde hay infraestructura, la falta de docentes hizo que las escuelas funcionen apenas dos o tres días por semana, sin cumplir un calendario formal.

Las familias, ante este éxodo docente, empezaron a desertar también, pero hacia otro país.

Sistema en declive

Mientras tanto, del lado venezolano, el balance no es alentador. Gerardo Ramírez, vocero de la Coalición Sindical del estado Táchira, calificó el cierre del año escolar 2024-2025 como deprimente y precario.

Aseguró que los municipios fronterizos son los más golpeados por esta crisis: Bolívar; Pedro María Ureña; Ayacucho y García de Hevia presentan fallas graves, aunque los dos primeros están entre los más críticos, con planteles deteriorados y sin personal suficiente.

Ramírez calcula que más de 3000 estudiantes venezolanos cruzan la frontera a diario para estudiar en Colombia. Lo hacen motivados por un horario completo, de lunes a viernes, y por una plantilla docente que cumpla con su labor.

“Los maestros en Colombia son bien remunerados, lo que implica la asistencia de 100 % del personal docente a las escuelas para preparar a los niños, incrementando una educación de calidad”,indicó.

Evencio Zenon, también representante sindical, coincidió con ese diagnóstico. A su juicio, la educación en Venezuela está “desmantelada”. El sindicalista aseguró que, a pesar de las reiteradas denuncias del gremio, en Táchira persisten escuelas sin maestros, sin materiales pedagógicos, sin servicios básicos.

Añadió que muchos docentes abandonaron las aulas para dedicarse a otras actividades que les permitieran sobrevivir.

“Esto incide en los estudiantes que asisten a las escuelas regularmente y se ven afectados por las fallas en la calidad educativa y falta de docentes, ya que muchos tuvieron que abandonar las aulas para dedicarse a otras actividades que les permitieran sobrevivir”, expuso.

La crisis, concluyeron, va más allá de un mal cierre de año escolar. La situación no es coyuntural sino estructural: un problema que se arrastra y se acumula. Y para los próximos años, advirtieron, el pronóstico apunta a un escenario “catrastrófico”.

Como las de Nataly y Emily, muchas familias han tenido que replantearse qué significa realmente “educar bien”. Cuando la escuela más cercana y funcional está del otro lado de la frontera, la geografía deja de ser una línea divisoria y se convierte en un puente hacia nuevas posibilidades. Sin garantías por parte del Estado venezolano, cruzar se ha vuelto más que una rutina, una forma de abrirle a sus hijos un camino más seguro hacia un mejor futuro.

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