Por Fernando Pereira | @cecodap | @fernanpereirav
Tenemos años planteando que se inicia el año escolar en condiciones de adversidad sin precedente. Y no es falso; ciertamente se han ido acumulando limitaciones y deficiencias que lo vuelven más complejo.
El presupuesto familiar se pulverizó hace tiempo y debe hacer frente al reto que supone enviar un estudiante a clases. La alimentación sigue constituyendo una preocupación fundamental así como el funcionamiento del transporte público.
El éxodo de docentes es una realidad. Buena parte de los profesionales han migrado a otros países o sectores de la economía para poder sobrevivir. No encontrar educadores idóneos es una preocupación para muchas familias que temen ver a sus hijos en manos de unos “troquelados vía expres”
Las condiciones físicas de las escuelas y los servicios de agua y luz constituyen otros hitos en lo que pareciera una carrera de obstáculos.
Mantener las escuelas funcionando
Ante ese panorama real y desestimulante hay que apostar a la educación, a mantener los centros educativos funcionando. Las escuelas deben ser espacios de encuentro y fomento de la resiliencia ciudadana para nuestros muchachos. Los recursos de la ayuda humanitaria deben tener a los centros educativos como una de las prioridades a ser atendidas.
La educación debe ser sinónimo de querer superarse, ser mejor persona. Si nuestros muchachos pierden la ilusión de crecer, se va la esperanza. A toda costa debemos preservar la ilusión y su capacidad de soñar.
Es por ello que desde Cecodap insistimos que en el inicio de un nuevo año escolar se tomen en cuenta los sentimientos de los principales actores involucrados:
A las familias nos preocupa que
- No podamos inscribir a nuestros hijos o podamos pagar las mensualidades porque no nos alcance el dinero.
- No haya suficientes maestros o los que están no estén debidamente preparados
- Nuestros hijos no puedan adaptarse al nuevo centro educativo si tuvimos que cambiarlos contra su voluntad
- No exista flexibilidad al exigir útiles, uniformes y demás requisitos
- No contar con programa de alimentación escolar
- No disponer con transporte público
- Ser juzgados por no cumplir con algo y que no se vea el esfuerzo que estamos haciendo
- Nuestras propuestas para afrontar la crisis no sean tomadas en cuenta
- Nos sintamos solos y tengamos que “tirar la toalla”
Los estudiantes queremos
- Que nuestros maestros nos reciban con cariño y alegría
- Conocer a mis compañeros utilizando juegos y actividades divertidas
- Contar las cosas agradables que hicimos en vacaciones y escuchar las de mis compañeros
- Compartir lo que nos preocupa, genera temor o dudas; como por ejemplo: los compañeros que ya no están porque migraron o por otras razones; los estudiantes que se quedaron con algún familiar porque sus padres se fueron a otro país
- Realizar un acuerdo para convivir sin violencia y colocarlo a la vista de todos
- Ser solidarios, compartir y colaborar con los demás
- Que desde el primer día nuestros maestros estén atentos a situaciones de discriminación, bullying o acoso escolar hacia los compañeros nuevos o cualquier otro
Los educadores deseamos
- Conservar nuestro empleo y recibir una remuneración que nos permita hacer frente a la situación actual
- Recibir el apoyo de las familias y trabajar unidos
- Formarnos en el abordaje de conflictos, trabajo con los estudiantes “dejados atrás” por la migración, tener herramientas para manejar el duelo migratorio…
- Contar con medios de transporte para poder llegar al centro educativo
- Acompañamiento para el manejo de nuestras emociones
- Ser respetados por personal directivo, supervisores y autoridades
- Trabajar en equipo en base al respeto, cooperación y empatía
- Cuidar nuestra salud física y mental
- Aportar a una educación transformadora, colaborativa, creativa e innovadora
- Un inicio del año escolar que nos permita encontrarnos y trabajar juntos para potenciar el encuentro, la solidaridad y la búsqueda de alternativas.
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