Por Fernando Pereira | @cecodap | @fernanpereirav
Son tantos y tan múltiples los efectos que produce el confinamiento que se sobreponen y los perdemos de vista. La sociedad, grupos sociales y familias van jerarquizando y haciendo sus prioridades. Uno de los efectos no suficientemente ponderado es el impacto sobre la salud sexual y reproductiva. Las relaciones sexuales no están de cuarentena; al contrario, aumentan las posibilidades de contacto. En ese sentido, las posibilidad de un embarazo no deseado aumenta significativamente.
Alma Camacho, asesora técnica en salud sexual y reproductiva del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) señala que América Latina y el Caribe (ALC) es la región con la segunda tasa de fecundidad adolescente más alta y la tasa de disminución más lenta a nivel mundial. La tasa mundial de embarazo adolescente equivale a 46 nacimientos por cada 1.000 adolescentes entre 15 y 19 años. La tasa en ALC es de 66.5 nacimientos.
El 15% de todos los embarazos registrados en ALC se producen en menores de 20 años. El riesgo de muerte materna es el doble en las menores de 15 años que en las madres de una edad mayor. Esta es la realidad de la región previa a la llegada del coronavirus. El impacto de la pandemia en el incremento de la pobreza hace que el UNFPA estime que 18 millones de mujeres, entre ellas las adolescentes, podrían discontinuar el uso de anticonceptivos modernos. ¿La implicación? Un riesgo de incremento de más de 600.000 embarazos no intencionales y de más de 750 muertes maternas prevenibles.
¿Consecuencias de los embarazos en la adolescencia?
El UNFPA advierte que 9 millones de mujeres (15-19 años) en ALC necesitan anticoncepción. De ellas sólo el 62% está usando anticonceptivos modernos, además existen grandes inequidades por nivel socioeconómico y subregiones.
Abandono de los estudios, lo que podría conllevar a la informalidad o peores condiciones de empleo, situación que disminuiría el nivel de ingresos.
Incremento de hogares monoparentales; reproducción de la pobreza intergeneracional.
Aumento del gasto sanitario e impacto en el desarrollo nacional.
Barreras de acceso en medio de la pandemia
Reducción del personal sanitario disponible para proporcionar servicios de salud sexual y reproductiva.
Reducción del acceso a los servicios de salud (centros cerrados o con horarios reducidos), incluidos servicios amigables para adolescentes.
Impacto económico impide la compra de anticonceptivos.
Más exposición a violencia de género y sexual por el aislamiento.
Los y las adolescentes no tienen a dónde ir para solicitar información, atención, liceos cerrados.
Adolescentes de 10 a 14 años impactados por la COVID-19
Enfrentan más barreras de acceso a los servicios de salud sexual y reproductiva.
Número significativo de casos de inicio de vida sexual por coerción o violencia.
Mayor vulnerabilidad en el marco del aislamiento.
Atención a adolescentes debe ser prioritaria
Es un grupo poblacional que requiere un asesoramiento especializado, contando con servicios donde puedan recibir la atención de forma segura, sin estigmatizaciones ni discriminación de ningún tipo.
Deben contar con información en línea, telefónicamente.
Deben contar con la seguridad de que se respetará su privacidad y la confidencialidad.
La educación integral de la salud debe estar presente durante el confinamiento.
¿Y en Venezuela?
Esta realidad regional toma visos preocupantes en nuestro país. Arrastramos cifras de embarazos adolescentes que nos ubican, desde hace años, entre los tres primeros de América Latina. Los adolescentes tienen severas barreras institucionales, económicas y culturales para acceder a servicios de salud sexual. Realidad fragilizada por una emergencia humanitaria compleja que se ensaña con la salud de las madres adolescentes y sus pequeños hijos y les depara una áspera realidad social elevando la dificultad de ser madre adolescente en este tiempo y en este país.
A ese terreno de base llega la COVID-19 para complejizar la situación. Es una realidad que espera respuestas. Los efectos de no atenderla están claros. ¿Y las respuestas oficiales?
Efecto Cocuyo
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