Solemos evadir un tema tan delicado como el abuso sexual cuando se habla con los niños sobre la sexualidad. Óscar Misle, educador, fundador y director de Cecodap, difiere e invita a los padres a estar alertas y a conversarlo con sus hijos de edad preescolar

“Aveces se olvida que el abuso sexual existe hasta que hay un caso; entonces todos recuerdan y educan cuando en realidad este tema, por muy horrendo que sea, debería estar presente en la formación desde la edad preescolar”.

Dice Óscar Misle, educador, fundador y director de Cecodap. Y explica que el abuso sexual no solo se refiere a la penetración, sino también a la utilización de un menor para la gratificación sexual. Son situaciones incómodas que hay que abordar tempranamente con el niño, para que comprenda cuándo no debe seguir las instrucciones de una persona mayor.

Por lo general los padres y las escuelas se centran en enseñar a niños y niñas sobre la biología, los genitales y la previsión de infecciones. Pero, la sexualidad se encuentra presente desde el nacimiento: “Se relaciona con lo que somos, lo que sentimos, nuestros intereses y lo que nos atrae dentro de la visión que tenemos del mundo”, explica Misle. La educación sexual debería centrarse en guiar al niño para que reconozca su sexualidad, su género, sus relaciones, vínculos, placer y riesgos que puede afrontar a medida que crece.

-¿A qué edad se debe comenzar con la educación sexual y cómo iniciar la conversación?

-Hablar para prevenir el abuso sexual desde los primeros años, es clave. En la cotidianidad, la educación sexual informal es un hecho. Es inevitable que los niños escuchen hablar, de una forma u otra, sobre temas relacionados con la sexualidad. Por eso es tan importante que la familia los aborde desde la edad preescolar. La información, por supuesto, debe ser ofrecida en un lenguaje sencillo.

Cuando un niño hace una pregunta relacionada con el tema, hay que repreguntar para poder conocer de dónde le surgió la duda, pues es probable que haya escuchado o visto algo y se haya formado su propia hipótesis. Mantener un lenguaje corporal abierto, relajado, es imprescindible, pues si nos tensamos o angustiamos, podría pensar que la sexualidad no es algo de lo que pueda hablar con mamá o papá.

Cuando nos referimos a nuestras partes íntimas, hay que hacerlo por sus respectivos nombres. Nada de apodos. El niño debe entender desde pequeño, cuáles zonas no pueden ser tocadas por otros, y que si algún adulto le acaricia o pide acariciarlas, debe decir que no. Es importante explicarle que la ropa se usa precisamente para resguardarlas. Tiene que comprender que su cuerpo debe ser respetado.

-¿Qué necesitan entender los padres antes de hablar a sus hijos del tema?

-Es importante que los padres se pregunten cómo se relacionan con su sexualidad, si han tenido historias previas de abuso, o si simplemente están desinformados. Si no tengo la formación, si no tengo la serenidad para poder hablar del asunto, puedo buscar apoyo de algún familiar o especialista; pero esto únicamente como último recurso.

Los padres a veces sienten que si hablan de sexualidad con los niños van a estimular su curiosidad lo que los llevará a querer explorar su cuerpo. Esto es normal, y hay que dejarlos. No hay que temerle a la masturbación, por muchos prejuicios que existan.

Y sobre todo, hay que tener en cuenta algo que es muy difícil para los padres, que es hablar del abuso sexual. En la mayoría de los casos se comete por personas cercanas o significativas al niño, lo que lo complejiza debido al vínculo que pudo haber entre él y la familia de la víctima. De hecho, el agresor se vale justamente de esta confianza para abusar sexualmente.

Hay que destacar que este abuso no solo se refiere a la violación, sino también al exhibicionismo, la masturbación, toque de genitales, fotografías o películas, y cualquier otra práctica mediante la cual una persona mayor, con poder, utilice a un menor para satisfacerse sexualmente.

-¿Cómo educar a los niños para que no sean los abusadores del futuro?

-Debemos hacer un trabajo muy importante en lo que se conoce como equidad de género. Te pondré un ejemplo. Sale un varoncito sin interiores, de cuatro o cinco años, en medio de una reunión familiar. Por supuesto, la gente se ríe, cuenta chistes y hablan de cómo será un Casanova cuando crezca. Pero si una niña sale corriendo por la casa sin pantaletas, inmediatamente la regañan por ser indecente.

Desde muy pequeño al niño se le forma para sentir que tiene mayores libertades para el ejercicio de la sexualidad sin ver las implicaciones que eso conllevaría. Desde el noviazgo, el joven puede ir asumiendo control sobre la chica, quiere conocer amigos y familiares, exige que se vista de una cierta manera, y hasta a tener sexo sin protección. Ya esta es una actitud violenta que puede ir incrementándose a medida que la relación continúe. Entonces este tipo de bromas o comentarios jocosos, que hace la familia y podría estimular al niño para que asuma un comportamiento abusivo en el futuro, hay que evitarlos.

-¿Cómo educarlos para que denuncien el abuso sexual?

-Es importante que entiendan que el abuso sexual es un delito, del cual no está bien quedarse callados. No solo le afecta a él, sino que también puede haber otros niños involucrados. Es imprescindible hablar con mamá o con el adulto significativo, para que lo pueda acompañar y hacer la denuncia.

Lo que por lo general sucede es que la persona teme denunciar. Primero, porque puede que no sea efectiva o no se dé el proceso. Y por otro lado, no sabe dónde hacerla. Hay que investigar, buscar la forma de realizar la acusación. Existen organizaciones dedicadas a la educación sexual o la protección contra el abuso, y que pueden asesorar y acompañar a los denunciantes.

El silencio es el aliado más poderoso con el que cuenta el abuso sexual. Una persona adulta que habla sobre de un abuso que sufrió de menor, por lo general se juzga mal. Pero lo que no se toma en cuenta es que posiblemente sentía miedo, vergüenza, tenía dudas y fue amenazada.

-¿Hay relación entre el castigo físico y el abuso sexual?

-Sí, sin lugar a dudas. El castigo físico, que está avalado o legitimado por muchos, hace que el niño sienta que la persona que tiene más poder, que lo ama, que es mamá o papá, puede pegarle para corregirlo y que se convierta en una mejor persona. Pero de la misma manera, el niño puede sentir que no le dan una nalgada, sino que abusan sexualmente de él. Es un hilo muy delgado.

-También los varones son víctimas de abuso, ¿cómo abordar esta situación con ellos en una sociedad prejuiciosa y machista?

-Esta es una situación de la que poco se habla. Sabemos que son también abusados sexualmente, pero con los varones todavía hay mucha resistencia a hacer la denuncia. Porque si fue abusado por otro hombre, entonces se teme debido a los prejuicios existentes, que el niño se confunda o se considere homosexual. Por ello no se denuncia. Imagínate el sufrimiento de ese niño, que fue abusado pero que no puede hablar por temor a que se ponga en juicio su orientación sexual.

Inclusive cuando el varón es abusado sexualmente por una mujer, no es lo mismo que cuando una mujer es abusada sexualmente por un hombre. Debido a una conducta machista, los padres podrían desestimar el peso del delito, sobre todo si el niño tiene diez u once años, pues se piensa que ya es un hombre.

-¿Cuál es el papel que debería tener el sistema formativo, la escuela o el maestro en la educación de estos temas?

-Lo lógico sería que esta educación sexual comience en la casa, para poder ir aclarando, orientando, formando sobre lo que va recibiendo sobre la educación sexual por otras vías.

Si la escuela siente que hay situaciones en el niño que puedan ser indicadoras de que está siendo abusado sexualmente, debe actuar y contactar inmediatamente a la familia para que indague. A lo mejor no puede hacer señalamientos, pero sí hablar de indicios de que el niño pueda estar viéndose afectado por cambios en el comportamiento, descenso en su rendimiento escolar, rechazo a ciertos compañeros o posible depresión. Si la familia no actúa, la escuela debe hacer la denuncia en el ente pertinente, porque ante todo tiene la responsabilidad del cuidado del menor.

-No todos los agresores son violentos, ¿cómo educar a niños y niñas de forma que puedan distinguir a este tipo de abusadores?

-Este es un tema complicado, porque el abuso sexual es un hecho violento. Lo que puede variar es que a veces el agresor comienza teniendo una cercanía afectiva con el niño, ofreciéndole regalos o haciendo pactos de amistad, hasta que eventualmente empieza a incorporar lo sexual.

Esto hay que hablarlo con ellos. Cuando toca sus partes íntimas, le pide que le dé un beso o cualquier otra solicitud similar, dejarle claro al niño que tiene derecho a decir que no. A veces el niño puede tener dificultades al momento de negarse ante una figura de autoridad, sobre todo si es de personalidad introvertida. Eso se debe a que en ocasiones se confunde la obediencia con respeto. Tienen miedo de que al decir “no”, la otra persona pueda sentirse dolida u ofendido.

Por ello siempre digo que la educación sexual debe estar vinculada a la emocional. Con esto me refiero a que el niño pueda reconocer sus emociones, ponerles nombre, expresarlas, aceptarlas, a la vez que reconoce los sentimientos de los demás y sus intenciones. En casos donde el abuso sexual comienza por medio de la manipulación emocional, creo que este tipo de formación es indispensable.

-¿Cuáles son los signos que un niño o adolescente muestra cuando está siendo víctima de abuso?

-Hay que estar atentos, sobre todo teniendo en cuenta que la mayoría de los casos son personas del entorno quienes abusan del niño. Algunos de los cambios de los que hay que estar pendiente pueden ser que no quiere dormir solo, tiene pesadillas, diferentes hábitos alimentarios, laceraciones en sus partes íntimas, como la vagina, la vulva o el ano, lo que a su vez ocasiona a que camine con dificultad, y una repentina curiosidad por la sexualidad. Entonces hay que tomar en cuenta esas señales para descubrir si está siendo agredido sexualmente.

Luego, cuando hay una denuncia por abuso sexual, siempre hay que creerle al niño, no juzgarlo. Hay que escucharlo y preguntarle qué piensa sobre lo que se debería hacer. Es importante que se sienta con la confianza de hablar, que sepa que tiene el apoyo de un adulto.

A veces se piensa que los pequeños, porque tienen mucha imaginación, pueden mentir sobre algo como esto. Pero esto no es cierto, puesto que el niño imagina cuando hay algún referente que ha experimentado y le permite fantasear. Por ejemplo, puede decir que hay un león en el colegio, porque los ha visto en la televisión y sabe que son peligrosos. En el caso de adolescentes y adultos, para eso se hace una investigación. Pero sea como fuere, es muy importante que siempre se le crea a la víctima.

-¿Y cuando el niño o el adolescente es un potencial abusador? Ningún padre quiere creer que su hijo puede caer en esto, ¿pero hay alguna señal de la que debería estar atento?

-Sí. Debería estar atento a cómo se relaciona con sus compañeros, a qué tipo de información accede en internet, a los comentarios que hace, con quién se relaciona y los chistes que cuenta. Es importante atender al contenido que lee o visualiza para conocer la percepción que va teniendo en torno a su sexualidad y al respeto que le debe tanto a hombres como a mujeres.

Si se nota un comportamiento abusivo, la intervención debe ser directa. Como los adolescentes rehúyen de los sermones, la conversación puede iniciarse a través de películas, tras las cuales preguntar su opinión sobre ciertos escenarios. Hay que asegurarse que sepa que su conducta no es la correcta.

-¿Hay relación entre el estupro y el embarazo en adolescentes?

-El estupro en Venezuela no está reconocido. Surgió ahora por el bombardeo de información que ha habido en las redes, sobre adultos que usan sexualmente, a través del engaño, a un adolescente. El estupro es abuso sexual.

El estupro es abuso de poder a través del engaño o de la extorsión, para poder tener relaciones sexuales. Si esa persona con la que se quiere tener relaciones sexuales es una adolescente, y además le pide que no utilice preservativos o protección para el embarazo, entonces la posibilidad de que salga embarazada es alta. Son cifras que no se conocen, pero creo que hay una relación, porque no se sabe cuántas veces en el embarazo participan un adulto y una adolescente.

-¿Qué rol cumplen las redes sociales en el abuso sexual?

-Si nos vamos a hablar del mundo virtual, un número importante de personas disfrutan montando videos en las redes sociales, donde sus hijos aparecen bailando o cantando. A esto lo llamamos hipersexualización, que implica que el niño muy posiblemente se acostumbrará a buscar la atención y la aprobación de sus seguidores por medio de comentarios y likes.

Esto es sumamente peligroso, puesto que también intentarán verse cada vez más como adultos, y menos como niños. Hay una razón por la que muchas redes establecen un mínimo de trece años para la creación de un perfil Aunque los jóvenes de hoy en día puedan ser muy pilas en la era digital, no significa que cuenten con la madurez necesaria para detener los avances de alguien que los halaga y les plantea propuestas atractivas. Por ello se convierten en presa fácil para los ciberdelincuentes y depredadores sexuales tras la pantalla.

El Estímulo

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