Artículo original de Efecto Cocuyo

Las escuelas de Fe y Alegría cerraron el año escolar pasado con 106.000 estudiantes, en medio de una pandemia de coronavirus que obligó a migrar a la educación a distancia desde marzo. Para enero de este 2021 contaban con 101.000 inscritos, dijo a Efecto Cocuyo Noelbis Aguilar.

Calculó que un 10 % de esos alumnos salieron del país por las fronteras con Colombia y Brasil, otros se mudaron dentro del territorio. “Aparte de ello los padres no formalizaron la inscripción, se desconoce si volverán”, dijo y señaló que aún así mantienen el proceso de registro abierto.

La directora del Programa Escuelas calificó este año de “atípico” y mencionó que hay padres, madres y representantes que han decidido retirar a sus hijos de los planteles y, en su lugar, contratar a docentes particulares que acudan a sus casas, a la espera que se retomen las clases presenciales.

Sin embargo, reconoció el riesgo de que algunos niños y niñas, y particularmente adolescentes, no se reincorporen al sistema escolar. Esto debido a que, por la crisis económica que atraviesa Venezuela, decidan abandonar los estudios y ponerse a trabajar para ayudar a sus familias.

Afirmó que estas circunstancias no solo afectan el futuro del estudiante, sino del país. “Estamos poniendo lo mejor de nosotros para mitigar los riesgo de abandono, pero no tenemos controladas todas las variables. No estamos viviendo tiempos fáciles, esto nos llama a poner nuestra mejor disposición y creatividad para sacar esta propuesta educativa adelante”, expresó.

Asistencia virtual a medias

El segundo lapso del año escolar 2020-2021 inició el 7 de enero. Sin embargo, no fue sino hasta el lunes 11 cuando se realizaron las primeras actividades con los estudiantes de las escuelas de Fe y Alegría aún bajo la modalidad a distancia. Dos días después, el miércoles 13, los docentes habían podido interactuar con solo alrededor del 58 % de los alumnos.

Noelbis Aguilar, sin embargo, se mostró optimista de que progresivamente más niños, niñas y adolescentes se incorporen a las actividades. En el primer lapso (entre septiembre y diciembre del año pasado) lograron atender al 90 % de su matrícula.

La educadora destacó que durante las semanas de flexibilización de la cuarentena por el COVID-19, en el último trimestre del año pasado, desarrollaron jornadas presenciales de asesorías pedagógicas. En estas sesiones brindaban acompañamiento a los padres así como a los estudiantes.

Además, algunos docentes se organizaron para dar clases a grupos de 10 o 15 alumnos y en distintos turnos, máximo durante una hora.

Renuncias de docentes

En paralelo a los esfuerzos y estrategias que implementa el movimiento educativo, a la directiva le preocupa las consecuencias de la situación socioeconómica de los docentes.

“Contamos 30 renuncias desde el jueves pasado (7 de enero) hasta hoy”, dijo Aguilar el miércoles 13 de enero. Agregó que muchos maestros tenían expectativas de que las condiciones salariales mejoraran durante el primer trimestre de este año escolar, pero esto no sucedió.

Los bajos salarios han llevado a los educadores a migrar a otras actividades económicas o desarrollar emprendimientos para generar más ingresos para satisfacer sus necesidades básicas.

“Los pasajes del transporte público están muy costosos, a muchos se les va la quincena en eso, por lo que terminan financiando el trabajo. La gente ha comenzado a sacar sus cuentas y con mucho dolor se han visto en la necesidad de tomar una decisión”, expuso.

Coronavirus, gasolina e inseguridad

Aguilar mencionó que hay dos factores que han vuelto a apartar a las familias de las escuelas.

En dos monitoreos realizados por Fe y Alegría, el 7 y el 12 de enero, constataron de que hay varias personas de la comunidad educativa que se han contagiado de coronavirus, por lo que ha surgido temor de movilizarse a los planteles. La educadora mencionó reportes en comunidades de los estados Mérida y Táchira.

La escasez de gasolina y el escaso transporte público también ha incidido en el traslado del personal hacia sus lugares de trabajo, en especial a aquellos que viven más retirados.

La docente también condenó los ataques a sus instituciones educativas. En diciembre delincuentes entraron a una de sus escuelas en Catia (Caracas) y el 6 de enero robaron la sede de Fe y Alegría en Maturín (Monagas).

“Las escuelas no tienen casi nada y se están metiendo, cuando nos toque retornar las vamos a encontrar sin equipos ni material educativo”, dijo. Aguilar lamentó que las autoridades no hagan lo suficiente para evitar la impunidad ante estos hechos. Consideró que debe activarse una campaña que involucra al Gobierno y las comunidades para proteger estos espacios.

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