Empieza un nuevo día en la frontera. En medio de una mañana bastante soleada llegan los primeros buses con migrantes venezolanos al CEBAF (Centro Binacional de Atención Fronteriza) ubicado en Tumbes.

Y en uno de esos buses llega “Ale”, una niña que hace poco más de un mes cumplió su primer año de vida. Ale ha empezado a dar sus primeros pasos y se ha enrumbado en un largo viaje lleno de muchas aventuras.

Lleva 5 días viajando por carretera desde que partió del Estado de Bolívar, en Venezuela, lugar donde nació. Llega junto a un grupo de 14 familiares entre hermanos, primos y tíos. Es la más pequeña del grupo, y por eso, todos están pendientes de que no le pase nada y de atenderla en todo lo que necesite.

Ale es una niña muy especial y es que desde su nombre lleva un mensaje de esperanza y amor por su patria.

Ale es como la llaman, pero su nombre completo es Aleuzenev que al revés se puede leer como Venezuela. “Le pusimos ese nombre para llevar a Venezuela siempre con nosotros” dice su mamá bastante emocionada.

Ale es una niña despierta y muy activa. Antes de empezar el viaje estuvo un poco enfermita. Su mami, Joselin, cuenta que, durante el trayecto, una de las cosas que más le preocupó es que baje de peso porque no tenía medios para alimentarla bien. Por eso, ni bien llegó al CEBAF, la llevó a la carpa 7 de salud y nutrición para que la revise el personal especializado en la atención de niños menores de 5 años. Luego de pasar por la evaluación, Joselin pudo respirar en paz. Los médicos le dijeron que el peso y talla de Ale son los adecuados para una bebé de su edad. Esta carpa ha sido implementada por UNICEF y el Ministerio de Salud con el apoyo de la ONG Prisma para ofrecer un servicio de triaje (peso y talla) a niñas y niños menores de 5 años, así como brindar consejería nutricional y apoyo psicológico a las niñas y niños y a sus madres y padres.

En esa misma carpa, otros niños que también eran atendidos resultaban bajos de peso, agotados y débiles. En ese caso, sus madres recibían un sachet de un suplemento nutricional llamado “Plumpy Doz” utilizado para prevenir la malnutrición en niños mayores de 6 meses. En estos casos, las responsables del servicio asistían a las madres y padres en la consejería sobre cómo revertir el tema en sus niños y les explicaban que este es un tratamiento que debían continuarlo acudiendo al servicio de salud más cercano al lugar donde lleguen a vivir. “Esto me tranquiliza tanto -dice Joselin, mientras carga a la bella Ale-. Que tengan un servicio así, donde la revisen, la pesen y la tallen me hace sentir tranquila para poder continuar con mi camino hasta llegar a Lima. Muchas gracias por todo esto”.

Al llegar a Tumbes, Ale ha tenido que soportar también las altas temperaturas del norte del Perú. Por eso, en cuanto su mami se enteró que existía un servicio de baños y duchas para niñas y niños, no dudó en ir a la carpa 9 de salud e higiene donde además de recibir un kit con jabón líquido, shampoo, repelente, bloqueador, pañales y varias cosas más; le brindaron el acceso al servicio de baños y duchas.

“Está contenta con su baño, se siente fresca y feliz” dice su mami. Mientras la terminan de cambiar Ale no deja de sonreír, disfruta cada minuto de ese momento. Viajar durante varios días atravesando diferentes climas y geografías no permite tener un fácil acceso a servicios como este. Por eso, este baño ha sido para Ale un momento de mucha felicidad protegida además por el cariño de su mamá.

UNICEF, con el apoyo de la Cooperazione Internacionale (Coopi), ha implementado 3 espacios con duchas para que familias con niñas o niños menores de 5 años y mujeres gestantes y lactantes tengan acceso a agua potable y a un espacio de aseo que les permita tener prácticas saludables de higiene, y con ello, puedan prevenir enfermedades.

Este es un viaje muy especial para Ale pues no solo va en busca de un presente y futuro mejor, sino porque será la primera vez que vea a su papá.

“Me enteré que estaba embarazada luego de que mi esposo había viajado hacia Perú. Por eso él recién la va a conocer ahora” cuenta su mamá.

Así como Ale alrededor de 105,000 niñas, niños y adolescentes migrantes venezolanos han ingresado al país hasta el 31 de diciembre de 2018* llevando en sus corazones la ilusión y esperanza de que las cosas van a ser diferentes y que algún día – no muy lejano- cumplirán cada uno de sus sueños.

Junto a su mamá y a toda su familia, Ale continúa su viaje con destino final en Lima. Sus ojos nos dicen que ya pronto este periplo acabará y que espera con ansias aquel momento de pura felicidad en el que conocerá y abrazará a su papá.

Unicef

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