Fernando Pereira | @cecodap | @fernanpereirav

Me siento a escribir estas líneas llegando de una actividad con un nutrido grupo de docentes de cinco escuelas de Petare congregados en la Escuela Manuel Aguirre de Fe y Alegría. Rostros pensativos, con preocupación, un ambiente de desaliento. Apenas se inicia el conversatorio es fácil advertir el por qué: “Lo que ganamos no nos alcanza ni para pagar el transporte”; “Mi esposo me dice que hasta cuándo voy a seguir trabajando de gratis”; “Mi hijo está en Chile y me ayuda con lo que puede; pero me dice, hasta cuándo vas a aguantar mamá”.

Algunas lágrimas en los rostros denotan el dolor, la impotencia y el por qué se mantienen en sus cargos: “Soy maestra de corazón, esto es lo que he hecho toda la vida. Esto es lo mío”.

Esta conversación me ayudó a ponerle rostro a la presentación del capítulo del Derecho a la Educación del Informe Somos Noticia realizada por Noelbys Aguilar, directora nacional de la Red de Escuelas de Fe y Alegría, explicó que la deficiencia en la educación venezolana está relacionada con varios factores. Uno de ellos es la situación sociopolítica; pero el más visible es el incremento de los costos para adquirir bienes y servicios, al igual que la deficiencia de los servicios públicos.

En el año académico 2017-2018 el  Fe y Alegría brindó atención educativa a 109.441 estudiantes en los 176 planteles que tiene la organización en todo el país.

La asistencia rutinaria a clases en el año escolar 2017-2018 no fue posible. En todas las regiones los estudiantes faltaron a sus actividades académicas por escasez de comida, falta de transporte público y la salida de padres  y/o responsables fuera del país, entre otros motivos. “Nuestra meta es dar 180 días de clases y en promedio en 2018 se llegó a 154”, mencionó.

Hubo en el periodo escolar 2017-2018 un total de 2.607 estudiantes que no culminaron sus estudios en los colegios de Fe y Alegría en los cuales fueron inscritos al inicio del año académico. Además, se detectó que hubo una deserción escolar de 1.411 alumnos. Datos inusuales en los registros históricos de esta organización.

Docentes, personal administrativo y obrero de las escuelas permanecen afectados por la escasez de alimentos, las dificultades para movilizarse al plantel y la exposición a robos ante el aumento de grupos de civiles armados en los barrios donde está ubicados los centros.

Si los datos del año anterior deben generar preocupación sin duda los de este año son menos alentadores. En las escuelas de Petare con las que conversamos pudimos constatar que a estas alturas todavía no se ha  reintegrado un número importante de estudiantes. ¿Dónde están? ¿Piensan quedarse en casa? ¿Estarán trabajando? ¿Rebuscándose en la calle? ¿migraron a otro país?

Mencionar igualmente la preocupación de los directores por los docentes que renunciaron finalizando las clases, los que no se han presentado, los que ya renunciaron en estos días o han manifestado estar a punto de hacerlo.

Una situación estructural, excepcional, reflejo de la profunda crisis generada por la emergencia humanitaria compleja que vivimos que espera una respuesta cónsona por parte de las autoridades del máximo nivel.

La respuesta: Maduro anuncia el envío de un millón de gallinas a los liceos para paliar la crisis alimentaria, ayudar al sustento de los centros educativos y que de paso los muchachos aprendan. Estando acostumbrados a  la saga del conuco y huertos escolares en todas sus versiones no tenemos que ahondar mucho en preguntar de dónde sale la comida, el alimento concentrado que está por las nubes, el agua que no abunda en miles de centros…

Las escuelas no necesitan gallinas. Necesitan maestros bien pagados, escuelas mantenidas y dotada con comida, materiales, con agua y electricidad y que el transporte público funcione. Necesitan autoridades que respeten a la educación.

 

Efecto Cocuyo

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