María Isabel Parada, psicóloga, afirmó que la presencia de funcionarios de distintos cuerpos de seguridad desplegados en Caracas la semana previa al acto de juramentación presidencial, somete a la niñez y a la adolescencia a una exposición de acontecimientos que pueden ser abrumadores
Crónica Uno- Alejandra*, una adolescente que vive en Caracas, siente miedo e inseguridad al transitar por las calles junto con sus padres. Cada vez que sale de su casa o de la escuela las vías están llenas de funcionarios de distintos cuerpos de seguridad.
Cuenta que sus padres tratan de volver a la rutina, luego del despliegue de seguridad que hubo en la ciudad en los días previos a la toma de posesión presidencial, que ocurrió el 10 de enero pasado. Sin embargo, cada vez que Alejandra sale tiene el reto de llegar segura.
“Ahora están buscando la manera de flexibilizar todo porque a muchos les da miedo salir. Yo tengo miedo de salir, sé que soy una buena persona y no hice nada malo, pero creo que ser buena persona ahora no importa mucho”, cuestionó.

En Caracas se registró la presencia de funcionaros de la Dirección de Contrainteligencia Militar (Dgcim), con sus rostros completamente cubiertos y armas largas, así como tanquetas instaladas en algunos puntos, como en El Calvario.
Crónica Uno recibió denuncia de conductores que pasaron por las alcabalas y los funcionarios revisaron sus vehículos. Contaron que debían abrir la maleta y, en algunos casos, hasta el tablero inspeccionaron.
Un motorizado, a la altura de El Calvario, tuvo que entregar su celular y un bolso a un efectivo para su revisión, contó un testigo.
La semana previa al acto de juramentación también se conoció sobre funcionarios que inspeccionaban a los pasajeros del transporte público y de la revisión a transeúntes, en el centro de la capital.
De acuerdo con el ministro de Interior, Justicia y Paz, Diosdado Cabello, se trataba de un despliegue “normal” ante la llegada de invitados internacionales para ser parte de la juramentación de Nicolás Maduro. Sin embargo, aún se observa la presencia de poolicías en varios puntos de la ciudad.
Daños a la infancia
María Isabel Parada, doctora en Psicología de la Salud, explicó que la presencia de policías en las calles, por la situación política, somete a los adolescentes a una exposición de acontecimientos que pueden ser abrumadores.
“Los niños, niñas y adolescentes pueden sufrir traumas al solo ver a los funcionarios porque no los reconocen como cuidadores de la ciudadanía y los pone en un estado de alarma”. detalla la fundadora de Psicólogos sin Fronteras.
Agregó que por la situación sociopolítica de Venezuela los niños, niñas y adolescentes tienen una sensación de incapacidad para enfrentar y dominar los acontecimientos asociados con la policía, derivado por el miedo que sus padres le tiene al Estado.

Inseguridad permanente
Fernando* tiene 17 años de edad y es estudiante de una universidad privada al oeste de Caracas. El corazón se le acelera cada vez que ve una alcabala.
“Es intimidante esta situación. Ves a los funcionarios en cada esquina y es inevitable sentir miedo y eso es lo que ellos quieren”.
Añadió que es difícil concentrarse en los estudios cuando estás preocupado por cómo regresarás a casa con el despliegue de funcionarios.
“Esa idea me angustia mucho y es normal sentir temor”, dice el adolescente.
Impacto de manera diferenciada
María* iba camino a la escuela con su hijo, de seis años de edad, el 13 de enero, cuando se toparon con una alcabala de la Dgcim. El niño, atemorizado, le preguntó a su mamá: “¿Por qué están los policías aquí?”.

María sintió un poco de incomodidad y temor por la pregunta, ya que no entendía por qué su hijo sentía miedo al ver a los funcionarios. Sin embargo, mantuvo la calma, y le respondió: “Tranquilo hijo, ellos están ahí para proteger a los ciudadanos. No tienes por qué tener miedo”.
Karenina Arrocha Psicóloga Infantil, detalló que el contexto venezolano afectará a los niños, niñas y adolescentes de manera diferenciada porque depende de la edad y las vivencias que tengan con las figuras del Estado venezolano.
“Para un niño que su papá es militar o policía, la presencia de estas personas en las calles lo ve como algo normal y no genera ninguna situación de estrés. Pero para otros niños la situación puede ser inquietante”.
Destacó que cuando en la niñez se siente temor o inquietud por alguna situación ellos tienden a preguntarle a los padres qué sucede.
“En estos casos los niños o niñas hacen mención de la policía y es importante que los padres mediten antes de darle una respuesta”.
Mientras que los adolescentes crean su propia perspectiva de la realidad porque tienen conciencia de la situación, razón por la cual las madres y los padres deben facilitar la comunicación segura para que ellos cuenten sus inquietudes.

Señales de alerta
Parada indicó que los niños, niñas y adolescentes expresan sus temores debido a la situación política del país con conductas como pesadillas, regresión a comportamientos infantiles, desinterés por jugar y desconfianza.
“La tensión familiar, agravada por la migración de miembros de la familia, y la carga que enfrentan las madres, contribuye a que los niños y niñas se sientan vulnerables y sin el apoyo emocional necesario”.
Recomendaciones
Arrocha señaló que cuando existen problemas sociales o políticos en el entorno donde se desarrolla ese niño o niña, los padres tienen la obligación de resguardar sus emociones por ello se les debe brindar información de acuerdo a su edad para evitar sobrecargarlos.

Agregó que en la familia se debe explicar a la niñez y a la adolescencia que las responsabilidades son de los adultos y que ellos son los encargados de cuidarlos y protegerlos.
La Red por los Derechos Humanos de Niños, Niñas y Adolescentes (Redhnna) mencionó en su cuenta de instagram algunas recomendaciones para que los niños, niñas y adolescentes no se vean afectados por el contexto venzolano:
- Mantener la calma y asumir el rol de apoyo.
- Diseñar una rutina.
- Ayudarle a mantener sus conexiones sociales.
- Promover espacios de cuidado personal.
(*) Se modificaron los nombres por medidas de protección a la fuente.
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