Fernando Pereira | @cecodap | @fernanpereirav

Con un confinamiento que ya se extiende por más de 10 meses ha cobrado especial valor la posibilidad de la cercanía y el contacto humano. La presencia en los centros educativos era sinónimo de conflicto y enfrentamiento para muchos.

Es por ello que cobra especial vigencia que estemos conmemorando el Día Escolar de la Paz y la No Violencia. Cada 30 de enero, desde 1964, se toma como referencia la fecha en que mataron a Mahatma Gandhi como promotor de la resistencia pacífica. 

Educar para la convivencia, para celebrar el encuentro con otros implica una  responsabilidad fundamental en los tiempos que vivimos. Desarrollar habilidades para resolver conflictos pacíficamente, implica preguntarnos para qué sociedad estamos educando y la respuesta hará que estemos satisfechos con los métodos que estamos utilizando o que necesariamente debamos repensar una pedagogía que contribuya con el individualismo y competitividad o con la solidaridad y la paz.

Harris (1990) define los principios básicos de una pedagogía pacífica:

* El uso del diálogo. También los estudiantes tienen algo que decir.

* Aprendizaje cooperativo. El estudiante es consciente de que puede obtener sus objetivos si y solo si también los obtiene el resto de los estudiantes del curso; en contraposición al aprendizaje competitivo en el que el estudiante percibe que sus objetivos se alcanzarán si el resto de estudiantes fracasa de alguna medida.

* Solución de problemas. Aprender a pensar críticamente: crear el clima, definir y discutir el problema, explorar las soluciones alternativas

Afirmación. En la medida en que el sujeto tiene la capacidad de resolver sus propios problemas puede mejorar su autoestima.

Los estudiantes como promotores

La práctica nos señala que en aquellos centros donde genuinamente se promueve una pedagogía para la participación del estudiantado, analizar qué está pasando en torno a la convivencia estudiantil, por qué está pasando, qué se puede hacer, cómo podemos organizarnos para prevenir, el clima del centro cambia notablemente. Se pasa de un paradigma de ver la participación de los estudiantes como riesgo a uno de oportunidad.

Es necesario crear oportunidades para la participación con estrategias no culpabilizantes sino que estimulen el intercambio de ideas, vivencias, conocimientos y propuestas. El estudio de casos, situaciones, noticias de la realidad comunitaria, municipal, regional, nacional permite entender que el problema de la violencia no sólo afecta a un niño o niña sino que nos afecta como comunidad.

Diez esferas de acción

La Unesco reunió a un grupo de expertos en el tema de violencia en las escuelas y plantearon las siguientes prioridades:

  1. Abogar por un enfoque holístico que involucre a los estudiantes, el personal de la escuela, los padres de familia y la comunidad.
  2. Lograr que los estudiantes se involucren con los docentes en la prevención de la violencia.
  3. Utilizar técnicas y métodos de disciplina constructivos.
  4. Ser un factor activo y eficaz para poner fin al acoso.
  5. Fomentar la capacidad de adaptación de los estudiantes y ayudarlos a afrontar los restos de la vida de modo constructivo.
  6. Ser un modelo de conducta positivo denunciando la violencia sexual y por razones de género.
  7. Promover los mecanismos de seguridad escolar.
  8. Brindar espacios seguros y acogedores para los estudiantes.
  9. Adquirir aptitudes de prevención de la violencia y resolución de conflictos y transmitirlas a los estudiantes.
  10. Reconocer la violencia y la discriminación contra los estudiantes con discapacidades y los procedentes de comunidades indígenas o minoritarias y otras comunidades marginadas.

La prevención de la violencia y la promoción de la convivencia escolar es un reto que, por su importancia y carácter estratégico, requiere de respuestas coherentes por parte de la sociedad. No basta con que cada quien vea “cómo se las arregla” en su aula, centro, comunidad. 

Educar para la vida. La pandemia obliga a pensar el sentido de la educación en los tiempos que vivimos. Continuar por inercia una rutina sin sentido puede propiciar un desapego que puede traducirse en desinterés, deserción y violencia. Sirva el Día de la Paz y la No violencia para que la educación se revise, repiense y ofrezca alternativas.

Efecto Cocuyo

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