Fuente: El Pitazo – / La asistencia eventual de los alumnos a clases afecta su desempeño intelectual y atenta contra la calidad educativa, según coinciden educadores, representantes, dirigentes gremiales y expertos en el tema. En los centros públicos la situación es de supervivencia y la débil estructura se mantiene por el esfuerzo de padres y docentes

Israel Manuel tiene 10 años. A su edad aún no lee oraciones complejas. Tampoco sabe multiplicar y las cifras de tres dígitos las resta con dificultad. Él estudia quinto grado de educación primaria en una escuela de los Valles del Tuy, estado Miranda, ubicada en una zona rural. A esa edad los alumnos leen bien y analizan textos sencillos, pero el nivel educativo de Israel Manuel está muy lejos de ese aprendizaje.

En casa es poca la ayuda que recibe. Sus padres solo cursaron hasta sexto grado, así que la escuela es el único espacio para que Israel Manuel logre una formación integral; sin embargo, su asistencia es eventual.

Al igual que Israel, Mariana tiene problemas para restar y multiplicar. La diferencia es que ella estudia quinto grado en una escuela ubicada en una zona urbana y su mamá, en casa, refuerza los conocimientos que recibe en clases.

“Siempre corrijo sus tareas y la llevo a clases particulares dos veces a la semana, pero en este año escolar ha sido muy poco su avance por la irregularidad con la que asiste al colegio. Ella venía con retraso educativo debido a la suspensión de actividades por la pandemia de COVID-19”, indicó Lucía Morales, progenitora de Mariana, a El Pitazo el 29 de mayo.

¿Qué futuro tiene esta nación? Aquí la educación está muy mal, y un país sin educación va al abismo. Nunca vamos a surgir como sociedad si no formamos a quienes serán la fuerza trabajadora del mañana

Rosalía, Educadora


Morales no maneja con exactitud los días que el pupitre de Mariana ha estado vacío. En una cuenta rápida calculó que de los 92 días hábiles que habían transcurrido desde el inicio de año escolar hasta el momento de la entrevista, su hija faltó al colegio al menos 38 días.

Las causas de esta ausencia son variadas. Por un lado, la suspensión de actividades por las acciones de protesta que emprenden los educadores por reivindicaciones salariales y por otro, la falla de los servicios, tanto en casa, donde muchas veces no cuentan con agua para asearse, como en la escuela, cuyos baños colapsan por el mismo problema.

“Los representantes aceptamos, en asamblea, que los maestros dieran clases de dos a tres días por semana. Somos solidarios con su causa, porque el sueldo que ganan es una miseria. La maestra de mi hija ha ido muchas veces con la suela de los zapatos desgastada, al punto de que el pavimento caliente le quema los pies, pues camina un kilómetro para ahorrarse el pasaje y llegar al plantel”, señaló Morales al aclarar que apoya la lucha magisterial.

Tarea pendiente

De acuerdo con un informe de la Red de Observadores Escolares (ROE) 2022-2023, perteneciente a la asociación civil Con la Escuela, alrededor de 70 % de los alumnos que faltan a las escuelas públicas en Venezuela lo hace por fallas en los servicios básicos.

Las deficiencias en el suministro de gas, agua potable y electricidad son la causa de la ausencia de 44,15 % de los estudiantes de instituciones públicas, mientras que 25,7 % falta a clases por la dificultad de trasladarse en transporte público, reseñó la organización en su página web el 25 de abril de 2023.

Este problema se ve más acentuado en la escuela pública, ya que solo cerca del 20% cuenta con la asistencia ideal. “La inasistencia en las escuelas fluctúa entre 20 y 50%, lo que, expresado en días, equivale a un rango de 40 a 100 jornadas de clases perdidas por los estudiantes, de los 200 días que tiene en total el año escolar”, se menciona en la página web de la agrupación. En ella se agrega que la realidad actual es que los planteles sufren deterioro en su infraestructura, la repitencia aumenta y la calidad del aprendizaje disminuye.

Hoy en día los alumnos están estancados, no leen de manera comprensiva y no realizan producciones propias al momento de escribir


Matemáticas es el “coco”

Rosalía, cuyo apellido se omite a petición de la entrevistada, es maestra de sexto grado. En su salón de clases ha vivido en carne propia la deficiencia educativa de sus alumnos, sobre todo en matemáticas. “Los alumnos la llaman ‘el coco’ porque les parece difícil”, asegura.

La educadora está consciente de que los días de clases que pierden por las protestas del gremio ocasionan que se retrasen aún más; sin embargo, destaca que con hambre y desmotivado por los bajos salarios, ningún educador puede brindar una enseñanza de calidad.

“¿Quién puede vivir en este país con un sueldo de 6 dólares, cuando la canasta alimentaria está por el orden de los 480 dólares? Estamos en emergencia y esa emergencia ha llevado a muchos de mis colegas a emigrar”, señaló la educadora.

A Rosalía le preocupa la calidad educativa. Ella tiene dos hijos adolescentes. “¿Qué futuro tiene esta nación? Aquí la educación está muy mal, y un país sin educación va al abismo. Nunca vamos a surgir como sociedad si no formamos a quienes serán la fuerza trabajadora del mañana. El Gobierno lo sabe, pero por su actitud frente al problema, parece que no le importa”, dijo la educadora.

El profesor Pedro José Rodríguez comparte la preocupación de Rosalía y apunta su inquietud a la carencia de docentes especializados en varias materias, como matemáticas, física, química y biología, debido a que no hay suficientes egresados de las universidades y un alto porcentaje, de los que se formaron anteriormente, se ha ido del país.

“Con esos sueldos, ¿quién quiere ejercer la docencia? La prueba está en que cada día hay menos alumnos en los salones de clases de las escuelas de educación”, agregó Rodríguez el 7 de junio.

Alumnos sin preparación

El presidente de la Federación Venezolana de Maestros (FVM), seccional Tuy-Guaicaipuro, René Zapata, coincide con sus colegas sobre la situación actual del sistema educativo. “Esta por el suelo”, opinó.

Zapata dijo que es imposible una educación de calidad cuando un maestro solo asiste uno o dos días a clases, porque el resto de la semana debe rebuscarse, “como lo recomendó la ministra de Educación, Yelitze Santaella”.

“Lo ideal sería que el estudiante reciba clases cinco días, refuerce estos conocimientos en casa con sus tareas y el docente vaya motivado a la escuela, con un salario que cubra sus necesidades y un seguro de Hospitalización, Cirugía y Maternidad que le garantice atención en materia de salud”, acotó.

En opinión de Zapata, “actualmente se le está lavando la cara al Gobierno” al promover de grado a los alumnos sin tomar en cuenta su preparación.

Necesitamos un Gobierno con voluntad de asumir sus deberes y aprobar los recursos para que se active un sistema educativo de calidad, porque el personal con vocación de servicio, lo tenemos


Reina Uzcátegui, quien fue subdirectora de una escuela rural de Barlovento y coordinadora sectorial de la región educativa, también enfatiza que son mínimas las competencias actuales de los estudiantes.

“Eso es grave porque irán arrastrando esas deficiencias. Hoy en día los alumnos están estancados, no leen de manera comprensiva y no realizan producciones propias al momento de escribir”, mencionó.

Eladio Espinoza, director de una escuela del estado Miranda, con 32 años de servicio, recordó que el Estado “es el garante de la educación mediante planes, programas, servicios, salarios, seguridad social, dotación e infraestructura”. “Necesitamos un Gobierno con voluntad de asumir sus deberes y aprobar los recursos para que se active un sistema educativo de calidad, porque el personal con vocación de servicio lo tenemos”, afirmó.

¿Vale la pena estudiar?

Fernando Pereira Verano, cofundador y directivo de Cecodap, una organización venezolana que trabaja en la promoción y defensa de los derechos humanos de la niñez y adolescencia, considera que en estos momentos hay inequidad en la educación venezolana.

Pereira basa su apreciación al comparar la enseñanza que reciben quienes van a la escuela privada, un aproximado del 20% de la población estudiantil, y quienes asisten a las públicas.

“En los centros públicos hay una situación de sobrevivencia, donde se administra la escasez, se imparten clases con horarios reducidos y los maestros se turnan porque no tienen cómo trasladarse todos los días al plantel por falta de recursos para costear el transporte. A ello se suman las fallas de los servicios básicos y la falta de infraestructura”, detalló.

El entrevistado destacó que, como consecuencia, “tenemos una mayoría de la población estudiantil que se va formando como se pueda, sin muchas exigencias, de acuerdo con las posibilidades y sin contar con docentes en todas las asignaturas, y sin docentes es imposible que haya educación”.

Tenemos una mayoría de la población estudiantil que se va formando como se pueda, sin muchas exigencias, de acuerdo con las posibilidades y sin contar con docentes en todas las asignaturas, y sin docentes es imposible que haya educación

En opinión de Pereira, la educación requiere de un gran acuerdo nacional con el propósito de que todos los sectores asuman el compromiso de formar con calidad a esas nuevas generaciones.

“Quizás uno de los efectos más perniciosos es que los estudiantes están dejando de ver los estudios como un recurso viable para mejorar su vida, una razón por la que vale la pena esforzarse, porque te ayudará a ser una mejor persona, a obtener mejores ingresos. Entonces se están preguntando: ¿vale la pena estudiar?, al ver que maestros, médicos y enfermeras están mendigando para adquirir parte de la cesta básica”, manifestó Pereira.

La docente Reina Uzcátegui se aferra al optimismo al hablar del futuro educativo en Venezuela y espera que las autoridades gubernamentales inviertan en educación para que se garantice la formación de los alumnos. “Solo así podrán renacer entre los escombros y construirse como ciudadanos efectivos para hacer de Venezuela un país próspero mediante el fortalecimiento de la educación”, aseveró.

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